Despedida, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    Despedida

    Muchachos 
    que nunca fuisteis compañeros de mi vida, 
    adiós. 
    Muchachos 
    que no seréis nunca compañeros de mi vida 
    adiós. 

    El tiempo de una vida nos separa 
    infranqueable: 
    a un lado la juventud libre y risueña; 
    a otro la vejez humillante e inhóspita. 

    De joven no sabía 
    ver la hermosura, codiciarla, poseerla; 
    de viejo la he aprendido 
    y veo a la hermosura, mas la codicio inútilmente. 

    Mano de viejo mancha 
    el cuerpo juvenil si intenta acariciarlo. 
    Con solitaria dignidad el viejo debe 
    pasar de largo junto a la tentación tardía. 

    Frescos y codiciables son los labios besados, 
    labios nunca besados más codiciables y frescos aparecen. 
    ¿Qué remedio, amigos? ¿Qué remedio? 
    Bien lo sé: no lo hay. 

    Qué dulce hubiera sido 
    en vuestra compañía vivir un tiempo: 
    bañarse juntos en aguas de una playa caliente, 
    compartir bebida y alimento en una mesa. 
    Sonreír, conversar, pasearse 
    mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música. 

    Seguid, seguid así, tan descuidadamente, 
    atrayendo al amor, atrayendo al deseo. 
    No cuidéis de la herida que la hermosura vuestra y vuestra gracia abren 
    en este transeúnte inmune en apariencia a ellas. 

    Adiós, adiós, manojos de gracias y donaires. 
    Que yo pronto he de irme, confiado, 
    adonde, anudado el roto hilo, diga y haga 
    lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y hacer aquí no supe. 

    Adiós, adiós, compañeros imposibles. 
    Que ya tan sólo aprendo 
    a morir, deseando 
    veros de nuevo, hermosos igualmente 
    en alguna otra vida.