En los pinares de Júcar, de Luis de Góngora | Poema

    Poema en español
    En los pinares de Júcar

    En los pinares de Júcar 
    vi bailar unas serranas, 
    al son del agua en las piedras 
    y al son del viento en las ramas. 
    No es blanco coro de ninfas 
    de las que aposentan el agua 
    o las que venera el bosque, 
    seguidoras de Dïana: 
    serranas eran de Cuenca, 
    honor de aquella montaña, 
    cuyo pie besan dos ríos 
    por besar de ellas las plantas. 
    Alegres corros tejían, 
    dándose las manos blancas 
    de amistad, quizá temiendo 
    no la truequen las mudanzas. 
    ¡Qué bien bailan las serranas! 
    ¡Qué bien bailan! 
    el cabello en crespos nudos 
    luz da al Sol, oro a la Arabia, 
    cuál de flores impedido, 
    cuál de cordones de plata. 
    Del color visten del cielo, 
    si no son de la esperanza, 
    palmillas que menosprecian 
    al zafiro y la esmeralda. 
    El pie (cuando lo permite 
    la brújula de la falda) 
    lazos calza, y mirar deja 
    pedazos de nieve y nácar. 
    Ellas, cuyo movimiento 
    honestamente levanta 
    el cristal de la columna 
    sobre la pequeña basa. 
    ¡Qué bien bailan las serranas! 
    ¡Qué bien bailan! 
    una entre los blancos dedos 
    hiriendo negras pizarras, 
    instrumento de marfil 
    que las musas le invidiaran, 
    las aves enmudeció, 
    y enfrenó el curso del agua; 
    no se movieron las hojas, 
    por no impedir lo que canta: 

    Serranas de Cuenca 
    iban al pinar, 
    unas por piñones, 
    otras por bailar. 
    Bailando y partiendo 
    las serranas bellas, 
    un piñón con otro, 
    si ya no es con perlas, 
    de Amor las saetas 
    huelgan de trocar, 
    unas por piñones, 
    otras por bailar. 
    Entre rama y rama, 
    cuando el ciego dios 
    pide al Sol los ojos 
    por verlas mejor, 
    los ojos del Sol 
    las veréis pisar. 
    Unas por piñones, 
    otras por bailar.