La más bella niña de nuestro lugar, hoy viuda y sola y ayer por casar, viendo que sus ojos a la guerra van, a su madre dice que escucha su mal: Dexadme llorar, orillas del mar...
Ándeme yo caliente y ríase la gente. Traten otros del gobierno del mundo y sus monarquías, mientras gobiernan mis días mantequillas y pan tierno, y las mañanas de invierno naranjada y aguardiente, y ríase la gente.
En los pinares de Júcar vi bailar unas serranas, al son del agua en las piedras y al son del viento en las ramas. No es blanco coro de ninfas de las que aposentan el agua o las que venera el bosque, seguidoras de Dïana: