Ándeme yo caliente y ríase la gente. Traten otros del gobierno del mundo y sus monarquías, mientras gobiernan mis días mantequillas y pan tierno, y las mañanas de invierno naranjada y aguardiente, y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla el príncipe mil cuidados, cómo píldoras dorados; que yo en mi pobre mesilla quiero más una morcilla que en el asador reviente, y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas de blanca nieve el enero, tenga yo lleno el brasero de bellotas y castañas, y quien las dulces patrañas del rey que rabió me cuente, y ríase la gente.
Busque muy en hora buena el mercader nuevos soles; yo conchas y caracoles entre la menuda arena, escuchando a filomena sobre el chopo de la fuente, y ríase la gente.
Pase a media noche el mar, y arda en amorosa llama Leandro por ver a su dama; que yo más quiero pasar del golfo de mi lagar la blanca o roja corriente, y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel, que de píramo y su amada hace tálamo una espada, do se junten ella y él, sea mi tisbe un pastel, y la espada sea mi diente, y ríase la gente.
No lo vendo por travieso ni porque a nadie ofende es alegre y juguetón y por las niñas se pierde niñas, guardaos de enojarle que mira que si arremete os podéis ver un día jugando con el juguete.
Decid qué es aquello tieso, con dos limones al cabo, barbado a guisa de nabo, blando y duro como güeso; de corajudo y travieso lloraba leche sabrosa. ¿Qué es cosa y cosa?
¡Qué de invidiosos montes levantados, de nieves impedidos, me contienen tus dulces ojos bellos! ¡Qué de ríos del hielo tan atados, del agua tan crecidos me defienden el ya volver a vellos! Y, cuál, burlando de ellos el noble pensamiento,
Anacreonte español, no hay quien os tope, que no diga con mucha cortesía, que ya que vuestros pies son de elegía, que vuestras suavidades son de arrope.
Lloraba la niña (y tenía razón) la prolija ausencia de su ingrato amor. Dejóla tan niña, que apenas creo yo que tenía los años que ha que la dejó. Llorando la ausencia del galán traidor, la halla la Luna y la deja el Sol,