Ya sé por qué es, de Manuel Acuña | Poema

    Poema en español
    Ya sé por qué es

    Dolora 

    A Elmira 
     
    Era muy niña María, 
        todavía, 
    cuando me dijo una vez: 
    —Oye, ¿por qué se sonríen 
    las flores tan dulcemente, 
    cuando las besa el ambiente 
    sobre su aromada tez? 
    —Ya lo sabrás más delante 
        niña amante, 
    le contesté yo, y una mañana, 
    la niña pura y hermosa, 
    al entreabrir una rosa 
    me dijo: —¡Ya sé por qué es! 
    Y la graciosa criatura 
        blanca y pura 
    se ruborizó y después, 
    ligera como las aves 
    que cruzan por la campiña, 
    corrió hacia el bosque la niña 
    diciendo: —¡Ya sé por qué es! 
    y yo la seguí jadeante, 
        palpitante 
    de ternura y de interés, 
    y... oí un beso dulce y blando, 
    que fue a perderse en lo espeso, 
    diciendo: —¡Ya sé por qué es! 
    Era muy joven María, 
        todavía 
    cuando me dijo una vez; 
    —Oye, ¿por qué la azucena 
    se abate y llora marchita 
    cuando el aura no la agita 
    ni besa su blanca tez? 
    —Ya lo sabrás mas delante, 
        niña amante, 
    le contesté yo... ¡después! 
    Y más tarde ¡ay! una noche, 
    la joven de angustia llena, 
    al ver triste a una azucena, 
    me dijo: —¡Ya sé por qué es! 
    Y ahogando un suspiro ardiente, 
        la inocente 
    me vio llorando... y después, 
    corrió al bosque, y en el bosque 
    esperó mucho la bella, 
    y al fin... se oyó una querella 
    diciendo: —¡Ya sé por qué es! 
    Era muy linda María, 
        todavía, 
    cuando me dijo una vez: 
    —Oye, ¿Por qué se sonríe 
    el niño en la sepultura, 
    con una risa tan pura, 
    con tan dulce sencillez? 
    —Ya lo sabrás más delante 
        niña amante, 
    le contesté yo... ¡después! 
    Y... murió la pobre niña, 
    y en vez de llorar, sonriendo, 
    voló hacia el azul diciendo, 
    Diciendo —¡Ya sé por qué es! 
    Ya lo ves mi hermosa Elmira, 
        quien delira 
    sufre mucho, ¡ya lo ves! 
    Y así, ilusiones y encanto, 
    ni acaricies ni mantengas, 
    para que, al llorar, no tengas 
    que decir: —¡Ya sé por qué es! 

    Manuel Acuña nació en Saltillo (México) en 1849. Se inscribe en los estudios de Medicina en 1868, aunque se dedica principalmente a la Literatura. En 1869 funda la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl y comienza a publicar sus primeros poemas en la revista Iberia. Su obra está caracterizada por un romanticismo vehemente y la oposición directa al racionalismo. Su novela El pasado (1872) y sobre todo sus poemas, rápidamente difundidos, se asemejan al estilo de autores clásicos del Romanticismo, como Espronceda o Heine. Sus poemas, entre los que destacan Ante un cadáver y Nocturno, fueron reunidos y publicados póstumamente en 1874, un año después del suicidio por amor del poeta, a los 24 años de edad.