Mientras ufana la risa 
de tus labios no se aleje, 
si quieres que te aconseje 
¡ama aprisa! 
Con raudo mariposeo 
se va de esta a aquella flor 
en las alas del deseo, 
libando el licor hibleo del amor. 
¡Seres y cosas felices 
jamás tuvieron raíces! 
Se ven marchitas las rosas 
y mustias las margaritas... 
¡Pero no se ven marchitas 
ni alondras ni mariposas! 
Con gentileza y donaire 
se paran en donde quieren, 
y cuando al cabo se mueren 
su libre tumba es el aire. 
Ama a cuantas 
te quieran también amar, 
porque siendo tantas, tantas 
¡no las podrás recordar! 
¡Ama al velo 
que solo las almas malas 
están prendidas al suelo. 
¡Todo lo que sube al cielo 
tiene alas! 
Hay, aquí; mañana, allá; 
sin locura ni pasión 
como quien de paso va 
y seguro de que está 
en casa su corazón. 
Haz la amorosa comedia 
o la comedia divina... 
¡Mas córtala si declina 
en tragedia! 
¡Todo en risa, todo en risa! 
¡Todo entre galán y dama! 
Sin amar a todas, ama... 
pero aprisa, muy aprisa. 
Que así, yendo sin cesar 
de esta flor a aquella flor, 
cuando te quiera buscar 
no te encontrará el dolor. 
Mas ¡ay! que en esta infinita 
mudanza eterna del alma 
todo nuestro ser agita 
sed insaciable de calma. 
Sé para el amor travieso 
en labios de hermosas locas, 
y allí conoce las bocas... 
¡pero no conoce el beso! 
En las breñas del camino 
se queda el alma cansada, 
como túnica de lino 
por las zarzas desgarrada. 
Noche helada 
cae al campo solitario, 
como las noches del polo, 
y envuelto en ese sudario 
queda el espíritu solo. 
Quiso Dios 
que abran las almas el vuelo; 
más solo llegan al cielo 
las que van de dos en dos. 
Las otras vagan errantes, 
en el espacio perdidas... 
Pero, muertos o inconstantes, 
ya no vendrán los amantes 
de esas blancas prometidas. 
Busca, busca a la mujer 
que da paz al pecho herido, 
y en llegándola a tener, 
forma un nido. 
¡Los pájaros son muy sabios! 
Huye la risa de prisa, 
y cuando se va la risa 
¡qué secos quedan los labios! 
No vuelan las ilusiones 
ni ostentan sus ricas galas 
sino teniendo par alas 
dos alas de corazones. 
Haz pues lo que te aconsejo; 
como la hermosa un espejo, 
así el alma busca ansiosa 
otra alma tierna y amada, 
y solo se mira hermosa 
si en ella está retratada. 
Intranquilo cazador 
que marchas entre las flores, 
sabe que huyen los amores 
y que es eterno el amor. 
Y mientras para él no existe, 
pierde el mirto su follaje 
y aparece enfermo y triste; 
mas ya verás cuál se viste 
en mayo, con rojo encaje. 
Impacientes las palomas 
vuelan por valles y lomas 
de libres hacienda alarde, 
con caprichoso volar, 
pera cuando cae la tarde, 
regresan al palomar. 
Quiero morir cuando decline el día, 
en alta mar y con la cara al cielo, 
donde parezca sueño la agonía, 
y el alma, un ave que remonta el vuelo. 
Los pájaros que en sus nidos 
mueren, ¿a dónde se van? 
¿Y en qué lugar escondidos 
están, muertos o dormidos, 
los besos que no se dan? 
¿Por qué de amor la barca voladora 
con ágil mano detener no quieres 
y esquivo menosprecias los placeres 
de Venus, la impasible vencedora? 
Madre, madre, cansado y soñoliento 
quiero pronto volver a tu regazo; 
besar tu seno, respirar tu aliento 
y sentir la indolencia de tu abrazo. 
Prostituir al amor.... Llegar artero, 
de noche, entre las sombras, recatado 
esquivando los pasos y, mañero, 
la faz hundida y el embozo alzado. 
Mientras ufana la risa 
de tus labios no se aleje, 
si quieres que te aconseje 
¡ama aprisa! 
Con raudo mariposeo 
se va de esta a aquella flor 
en las alas del deseo, 
libando el licor hibleo del amor. 
A Manuel Puga y Acal 
 
En dulce charla de sobremesa, 
mientras devoro fresa tras fresa 
y abajo ronca tu perro Bob, 
te haré el retrato de la duquesa 
que adora a veces el duque Job.