¿Por qué de amor la barca voladora con ágil mano detener no quieres y esquivo menosprecias los placeres de Venus, la impasible vencedora?
A no volver los años juveniles huyen como saetas disparadas por mano de invisible Sagitario; triste vejez, como ladrón nocturno, sorpréndenos sin guarda ni defensa, y con la extremidad de su arma inmensa, la copa del placer vuelca Saturno.
¡Aprovecha el minuto y el instante! Hoy te ofrece rendida la hermosura de sus hechizos el gentil tesoro, y llamándote ufana en la espesura, suelta Pomona sus cabellos de oro.
En la popa del barco empavesado que navega veloz rumbo a Citeres, de los amigos el clamor te nombra, mientras, tendidas en la egipcia alfombra, sus crótalos agitan las mujeres.
¡Deja, por fin, la solitaria playa, y coronado de fragantes flores, descansa en la barquilla de las diosas! ¿Qué importa lo fugaz de los amores? ¡También expiran jóvenes las rosas!
En dulce charla de sobremesa, mientras devoro fresa tras fresa y abajo ronca tu perro Bob, te haré el retrato de la duquesa que adora a veces el duque Job.