Fantasía de Puck, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    Fantasía de Puck

    A Silvio Rebello 
     
    El hada pequeñita 
    de las piedras preciosas 
    que vive en un coral 
    busca al gnomo que habita 
    la corteza rugosa 
    de un antiguo nogal. 

    Y, juntos, de la mano 
    para hacer travesuras, 
    aquella noche van, 
    como hermana y hermano, 
    por las sendas oscuras 
    de la selva ideal... 

    Detrás va su cortejo 
    de dudas y sospechas... 
    Y una marcha triunfal 
    saluda al crimen, viejo 
    que ruge y canta endechas 
    con su voz de puñal. 

    Van los presentimientos 
    junto a las intenciones... 
    Con los recuerdos van 
    los malos pensamientos, 
    las locas tentaciones 
    ahogadas al brotar. 

    Todo lo que hay de sueños 
    de otra vida perdido; 
    lo que pasó o vendrá. 
    Vagas curvas de ensueños: 
    lo que casi no ha sido..., 
    lo que tal vez será... 

    Va, callado, cruzando 
    el cortejo discreto 
    por la selva ideal... 
    ¡Viene el día temblando...; 
    va a romper el secreto 
    la aurora al despuntar!... 

    Mas sólo vio, al mostrarse, 
    una burbuja sobre 
    las olas del mar... 
    Y una cara borrarse 
    en la corteza pobre 
    del antiguo nogal.

    • El ciego sol se estrella 
      en las duras aristas de las armas, 
      llaga de luz los petos y espaldares 
      y flamea en las puntas de las lanzas. 
      El ciego sol, la sed y la fatiga. 
      Por la terrible estepa castellana, 
      al destierro, con doce de los suyos 

    • Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
      Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
      Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
      Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
      Un poco de locura, un algo de poesía, 
      una gota del vino de la melancolía... 

    • A Miguel de Unamuno 
       
      Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
      —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
      que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
      Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    • Llorando, llorando, 
      nochecita oscura, por aquel camino 
      la andaba buscando. 

      Conmigo no vengas... 
      Que la suerte mía por malitos pasos, 
      gitana me lleva. 

      ¡Mare del Rosario, 
      cómo yo guardaba el pelito suyo 
      en un relicario! 

    • En tu boca roja y fresca 
      beso, y mi sed no se apaga, 
      que en cada beso quisiera 
      beber entera tu alma. 

      Me he enamorado de ti 
      y es enfermedad tan mala, 
      que ni la muerte la cura, 
      ¡bien lo saben los que aman! 

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