El querer, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    El querer

    En tu boca roja y fresca 
    beso, y mi sed no se apaga, 
    que en cada beso quisiera 
    beber entera tu alma. 

    Me he enamorado de ti 
    y es enfermedad tan mala, 
    que ni la muerte la cura, 
    ¡bien lo saben los que aman! 

    Loco me pongo si escucho 
    el ruido de tu charla, 
    y el contacto de tu mano 
    me da la vida y me mata. 

    Yo quisiera ser el aire 
    que toda entera te abraza, 
    yo quisiera ser la sangre 
    que corre por tus entrañas. 

    Son las líneas de tu cuerpo 
    el modelo de mis ansias, 
    el camino de mis besos 
    y el imán de mis miradas. 

    Siento al ceñir tu cintura 
    una duda que me mata 
    que quisiera en un abrazo 
    todo tu cuerpo y tu alma. 

    Estoy enfermo de ti, 
    de curar no hay esperanza, 
    que en la sed de este amor loco 
    tu eres mi sed y mi agua. 

    Maldita sea la hora 
    en que contemplé tu cara, 
    en que vi tus ojos negros 
    y besé tus labios grana. 

    Maldita sea la sed 
    y maldita sea el agua, 
    maldito sea el veneno 
    que envenena y que no mata. 

    En tu boca roja y fresca 
    beso, y mi sed no se apaga, 
    que en cada beso quisiera 
    beber entera tu alma.

    • Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
      Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
      Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
      Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
      Un poco de locura, un algo de poesía, 
      una gota del vino de la melancolía... 

    • El ciego sol se estrella 
      en las duras aristas de las armas, 
      llaga de luz los petos y espaldares 
      y flamea en las puntas de las lanzas. 
      El ciego sol, la sed y la fatiga. 
      Por la terrible estepa castellana, 
      al destierro, con doce de los suyos 

    • A Miguel de Unamuno 
       
      Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
      —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
      que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
      Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    • Llorando, llorando, 
      nochecita oscura, por aquel camino 
      la andaba buscando. 

      Conmigo no vengas... 
      Que la suerte mía por malitos pasos, 
      gitana me lleva. 

      ¡Mare del Rosario, 
      cómo yo guardaba el pelito suyo 
      en un relicario! 

    • En tu boca roja y fresca 
      beso, y mi sed no se apaga, 
      que en cada beso quisiera 
      beber entera tu alma. 

      Me he enamorado de ti 
      y es enfermedad tan mala, 
      que ni la muerte la cura, 
      ¡bien lo saben los que aman!