Delante mío caminabas, atrayéndome hacia la verde luz que alguna vez me asesinó con sus colmillos. Insensible te seguí, como un brazo dormido y obediente pero no fui yo quien quiso volver al tiempo Había llegado a amar el silencio,
El momento en que después de muchos años de arduo trabajo y una extensa travesía te paras en el centro de tu habitación, casa, medio acre, milla cuadrada, isla, país, sabiendo por fin como llegaste hasta allí y dices «Esto es mío»