Lluvia, hoy no te siento. Hoy no eres nada mas que agua vertical. Apenas si te escucho golpear el pavimento y llamar con tu clave sobre mi ventanal
Lluvia, hoy no eres nada para mi desaliento nocturno y abismal.
Cuando era niña hallaba en tu cancion un cuento, y ya en mi adolescencia me diste un madrigal. Ahora lluvia tengo tanta tristeza adentro, que no me dices nada solo te oigo golpear.
Y la lluvia sonríe, canta dentro del cristal que me habita y repercute sobre un suelo ya antiguo en otras lluvias, y otras tardes miradas desde lejos. Mi ventana de ver el mundo, abierta, y mi puerta a algún náufrago, descubro
Cómo quisiera despertar cantando. Pero amanezco, en cambio, dolorida de no haberme quedado en ese espacio, en ese tiempo de morir prestada. Una isla no inscripta en ningún mapa, una célula enferma de ignorancia, un asfixiado mundo en miniatura,
Sueño que llueve y que me estás queriendo. Cielo en congoja, mi corazón deshace, y deshaces con él; lluvia tú mismo me transcurres lento; yo me dejo llevar por los canales inundados de hojas y de pasos y un crujido me llora desde el hueso.