Se va con algo mío la tarde que se aleja; mi dolor de vivir es un dolor de amar; y al son de la garúa, en la antigua calleja, me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera tener una perenne inconsciencia infantil; ser del reino del día y de la primavera, del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;- trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora- como la flor que aroma la vida y no lo sabe, como el astro que alumbra las noches y lo ignora!
Se va con algo mío la tarde que se aleja; mi dolor de vivir es un dolor de amar; y al son de la garúa, en la antigua calleja, me invade un infinito deseo de llorar.
Princesa de los ojos floridos y románticos que vierten una suave luz purificadora, por quien deshojo todos los lirios de mis cánticos y hay en mis negras noches esplendores de aurora;
Con el frú-frú sedoso de femenil enagua deshilaba en la costa sus encajes el agua...
Oh, la isla melodiosa! surgía de las ondas como una enorme rosa primaveral, o el cuerpo de la niña; era la voluptuosa isla donde vendimia Amor su roja viña...
Cuando de nuestro amor la llama apasionada dentro tu pecho amante contemple ya extinguida, ya que solo por ti la vida me es amada, el día en que me faltes, me arrancaré la vida.