El rayo que no cesa, de Miguel Hernández | Poema

    Poema en español
    El rayo que no cesa

    Un carnívoro cuchillo 
    de ala dulce y homicida 
    sostiene un vuelo y un brillo 
    alrededor de mi vida. 

    Rayo de metal crispado 
    fulgentemente caído, 
    picotea mi costado 
    y hace en él un triste nido. 

    Mi sien, florido balcón 
    de mis edades tempranas, 
    negra está, y mi corazón, 
    y mi corazón con canas. 

    Tal es la mala virtud 
    del rayo que me rodea, 
    que voy a mi juventud 
    como la luna a mi aldea. 

    Recojo con las pestañas 
    sal del alma y sal del ojo 
    y flores de telarañas 
    de mis tristezas recojo. 

    ¿A dónde iré que no vaya 
    mi perdición a buscar? 
    Tu destino es de la playa 
    y mi vocación del mar. 

    Descansar de esta labor 
    de huracán, amor o infierno 
    no es posible, y el dolor 
    me hará a mi pesar eterno. 

    Pero al fin podré vencerte, 
    ave y rayo secular, 
    corazón, que de la muerte 
    nadie ha de hacerme dudar. 

    Sigue, pues, sigue cuchillo, 
    volando, hiriendo. Algún día 
    se pondrá el tiempo amarillo 
    sobre mi fotografía. 

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