Ay, triste España de Caín, la roja de sangre hermana y por la bilis gualda, muerdes porque no comes, y en la espalda llevas carga de siglos de congoja!
Medra machorra envidia en mente floja —te enseñó a no pensar Padre Ripalda— rezagada y vacía está tu falda e insulto el bien ajeno se te antoja
Democracia frailuna con regüeldo de refectorio y ojo al chafarote, ¡viva la Virgen!, no hace falta bieldo.
Gobierno de alpargata y de capote, timba, charada, a fin de mes el sueldo, y apedrear al loco Don Quijote.
Rubí encendido en la divina frente, Aldebarán, lumbrera de misterio, perla de luz en sangre, ¿cuántos días de Dios viste a la tierra, mota de polvo, rodar por los vacíos, rodar la tierra? ¿Viste brotar al sol recién nacido?
Vendrá de noche cuando todo duerma, vendrá de noche cuando el alma enferma se emboce en vida, vendrá de noche con su paso quedo, vendrá de noche y posará su dedo sobre la herida.
«Me desconozco» dices, mas mira, ten por cierto que a conocerse empieza el hombre cuando clama «me desconozco» y llora; entonces a sus ojos el corazón abierto descubre de su vida la verdadera trama; entonces es su aurora.
Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan, hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan, hay ojos que ríen -risa placentera, hay ojos que lloran -con llanto de pena, unos hacia adentro -otros hacia fuera.