Sueña el rey que es rey, de Pedro Calderón de la Barca | Poema

    Poema en español
    Sueña el rey que es rey

    (Fragmento de La vida es sueño) 
     
    Es verdad, pues: reprimamos 
    esta fiera condición, 
    esta furia, esta ambición, 
    por si alguna vez soñamos. 
    Y sí haremos, pues estamos 
    en mundo tan singular, 
    que el vivir sólo es soñar; 
    y la experiencia me enseña, 
    que el hombre que vive, sueña 
    lo que es, hasta despertar. 

    Sueña el rey que es rey, y vive 
    con este engaño mandando, 
    disponiendo y gobernando; 
    y este aplauso, que recibe 
    prestado, en el viento escribe 
    y en cenizas le convierte 
    la muerte (¡desdicha fuerte!): 
    ¡que hay quien intente reinar 
    viendo que ha de despertar 
    en el sueño de la muerte! 

    Sueña el rico en su riqueza, 
    que más cuidados le ofrece; 
    sueña el pobre que padece 
    su miseria y su pobreza; 
    sueña el que a medrar empieza, 
    sueña el que afana y pretende, 
    sueña el que agravia y ofende, 
    y en el mundo, en conclusión, 
    todos sueñan lo que son, 
    aunque ninguno lo entiende. 

    Yo sueño que estoy aquí, 
    destas prisiones cargado; 
    y soñé que en otro estado 
    más lisonjero me vi. 
    ¿Qué es la vida? Un frenesí. 
    ¿Qué es la vida? Una ilusión, 
    una sombra, una ficción, 
    y el mayor bien es pequeño; 
    que toda la vida es sueño, 
    y los sueños, sueños son.

    Pedro Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600 en Madrid. De familia de hidalgos, su padre era secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. Comenzó su formación en 1605 en Valladolid, donde la familia se había trasladado al encontrarse allí la Corte. En 1608 su padre decidió que ingresara en el Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid, donde estuvo hasta 1613. Continuó estudios en la Universidad de Alcalá de Henares y más tarde pasó a la Universidad de Salamanca. Sin embargo, no se ordenó religioso, tal y como había deseado su padre. En cambio, se decantó por la vida militar y tomó parte en varias campañas militares al servicio del duque del Infantado en Flandes y en el norte de Italia durante 1623 y 1625. Su primera comedia conocida, Amor, honor y poder, se estrenó en Madrid en 1623 con motivo de la visita del príncipe de Gales. A su regreso de la guerra continuó escribiendo y representando dramas en la capital del reino. Lo cierto es que durante sus años mozos estuvo envuelto en varias pendencias y en broncas a causa del juego, como la violación de la clausura del Convento de las Trinitarias de Madrid en el que irrumpió persiguiendo a un rival, hecho que le ganó la enemistad de otro grande como Lope de Vega, cuya hija moraba entre aquellos muros. El éxito de sus comedias le granjeó el favor del monarca Felipe IV, quien le encargó numerosas obras para los teatros de la Corte, como El mayor encanto, amor, que inauguró el Coliseo del Palacio del Buen Retiro en 1635. Fueron años de gran prestigio, con obras como La dama duende y El príncipe constante (1629), Casa con dos puertas mala es de guardar (1632), El médico de su honra (1635), La vida es sueño (1636), No hay burlas con el amor y El mágico prodigioso (1637) o El alcalde de Zalamea (1640). En 1651 se ordenó sacerdote y dos años después obtuvo la capellanía de la catedral de Toledo. Continuó escribiendo dramas y comedias, pero las obras sacramentales ocuparon un lugar preponderante en su producción desde entonces, como es el caso de El gran teatro del mundo (1655). El rey le impuso el hábito de Santiago y le nombró su capellán personal. Tuvo una larga vida que se apagó el 25 de mayo de 1681 en la ciudad que lo vio nacer.