¡Cómo me dejas que te piense! Pensar en ti no lo hago solo, yo. Pensar en ti es tenerte, como el desnudo cuerpo ante los besos, toda ante mí, entregada. Siento cómo te das a mi memoria, cómo te rindes al pensar ardiente, tu gran consentimiento en la distancia, y más que consentir, más que entregarte, me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas recuerdos en escorzo, me haces señas con las delicias, vivas, del pasado, invitándome. Me dices desde allá que hagamos lo que quiero -unirnos- al pensarte, y entramos por el beso que me abres, y pensamos en ti, los dos, yo solo.
Nunca se entiende un sueño más que cuando se quiere a un ser humano despacio, muy despacio y sin mucha esperanza. Por ti he sabido yo cómo era el rostro de un sueño: sólo ojos. La cara de los sueños mirada pura es, viene derecha,
Y súbita, de pronto, porque sí, la alegría. Sola, porque ella quiso, vino. Tan vertical, tan gracia inesperada, tan dádiva caída, que no puedo creer que sea para mí. Miro a mi alrededor, busco. ¿De quién sería?
Ahora te veo más clara. No, no es por el mediodía, por favor de la mañana. Es que lloraste y lloré, porque ya no nos veíamos. Y nos vimos por las lágrimas. Las lágrimas fueron luz. Al pasar por sus cristales, puras lentes del dolor,
A veces un no niega más de lo que quería, se hace multiple. Se dice 'no, no iré' y se destejen infinitas tramas tejidas por los síes lentamente, se niegan las promesas que no nos hizo nadie sino nosotros mismos, al oído. Cada minuto breve rehusado
Suelo. Nada más Suelo. Nada menos. Y que te baste con eso. Porque en el suelo los pies hincados, en los pies torso derecho, en el torso la testa firme, y allá, al socaire de la frente, la idea pura, y en la idea pura el mañana, la llave
Todo dice que sí. Sí del cielo, lo azul, y sí, lo azul del mar; mares, cielos, azules con espumas y brisas, júbilos monosílabos repiten sin parar. Un sí contesta sí a otro sí. Grandes diálogos repetidos se oyen por encima del mar