La amiga recién casada, de Pierre Louys | Poema

    Poema en español
    La amiga recién casada

    Esta tarde casó Melisa, mi mejor amiga. Era propicio el signo: nuestras madres se hallaban 
    encintas. En la ruta del cortejo no se han marchitado aún las rosas; brilla aún en las antorchas la llama nupcial. 

    Deshago el camino con mi madre, y sueño, sueño... Tal como ella fue hoy, pudiera serlo yo. ¿Acaso no florece 
    mi infancia en pubertad? 

    Ese mismo fastuoso cortejo, las flautas, los aires nupciales y el carro florido del esposo, la pompa y la fiesta 
    -una tarde- será todo para mí, por mí, entre los gajos de olivo. 

    Y así como a esta hora Melisa se muestra desnuda ante un hombre, yo dejaré caer mis velos, y habré de saber, 
    en la noche perfumada y atónita, qué es el amor. Y más tarde, quizá, ansiosos pequeñines mamarán 
    de mis pródigos senos. 

    * * * 

    Confidencias 

    A la siguiente mañana 
    fui a su casa. 
    Tímidas amapolas, 
    las mejillas en brasa. 
    Y para estar a solas 
    me hizo entrar a su alcoba, muy ufana. 

    ¡Tenía por preguntarle tantas cosas! 
    Pero al mirar su cíngulo ceñido 
    a la altura de las nuevas esposas, 
    ¡por las diosas! 
    sufrí total olvido 
    y no osé ni abrazar su cuello erguido. 

    No ver cambio indiscreto 
    en su rostro me llenaba de asombro. Todavía 
    era mi amiga fiel, me parecía. 
    Pero desde la víspera nupcial, ese secreto 
    que me llenaba de susto reprimido, 
    mi amiga habría aprendido. 

    Súbito, me senté en su regazo; 
    en redor de su cuello puse el brazo, 
    y murmuré a su oído 
    como vivaz epodo, 
    las preguntas ansiosas. 
    Entonces ella, con las mejillas juntas, ruborosas, 
    -entonces ella me lo dijo todo.