A mí la nieve me quema siendo la nieve tan fría...
¿Que dentro? Salgo a la calle. ¿Que fuera? -No, ¿Que de día? -Yo salgo de noche. ¿Que de noche? Y mi alma se empina para darse contra el sol rotundo del mediodía.
No. Si me tiendes tu mano la apartaré de las mías, si ponéis entre barandas mi regresada alegría, romperé los barandales en seguida.
Ni tú, ni el otro, ni vuestra, ni de nosotros. Mi vida un «no» contra todo y siempre: «no, así no», como una fría espada de pesadumbre contra márgenes y guías,
¿Que los demás? Los demás podrán, pero yo no. Mira: es preferible quedarse seco como la ceniza.
No, a mí no. Descalzo y limpio mi corazón no se agria, pájaro neutral de marzo vivo como él todavía.
A mí la nieve me quema siendo la nieve tan fría...
¿Que dentro? Salgo a la calle. ¿Que fuera? -No, ¿Que de día? -Yo salgo de noche. ¿Que de noche? Y mi alma se empina para darse contra el sol rotundo del mediodía.
Me gustaría daros, amantes en la orilla, el tronco de algún árbol donde pudierais todos grabar las iniciales. Un álamo o un pino, o un roble, o algún chopo, o la acacia de un parque meticuloso y frío que desdeñáis por este
La casa es como un pájaro prisionero en sí mismo, que no medirá nunca la longitud del trino. Encarcelada ella que no yo, pues la habito conociéndola, y pongo mi cuidado y mi tino en algo que no sabe ni sabrá de mi cuido.