(¡Ay, qué grandes debéis ser que así me lo entretenéis!)
Altas de talle y, bien plantadas. y cien veces aborrecidas cuando se espera de esta forma desesperada y decidida. ¿Con qué hebras tejéis los hilos que me lo ensartan y desvían, urdidoras de mi coraje y robadoras en porfía? ¿Por qué caminos o qué atajos, agazapadas, repentinas, le dais el alto, santo y seña, paso le dáis para que os siga? ¡Si yo no puedo en la distancia ganar batallas ni partidas, enfrentarme con vuestros aires, regatearos con mi risa, reclamaros con mi presencia su. necesaria compañía!
(¡Ay, qué blancas debéis ser que así me lo entretenéis!)
Cuando llegue, no habrá palabras, razón que valga y que me asista, vendrá cansado y solitario con la frente desvanecida y -a tres cuartas el corazón, achicada y medio escondida- yo iré quitándole de en medio toda la carga de este día, porque no note mi cansancio ni se le acerque mi ceniza: los desperdicios de mi sueño, los retales de mi alegría, las cortezas de aburrimiento y el agua muda que se agria. A nadie le dolerá el aire, a nadie pasará este día... ¡Y he de llevar el plomo oscuro de su cuerpo mientras viva, la memoria de aquellas horas en las que todo enmudecía, en las que todo fue silencio, latir de alas oprimidas, metal de espera por las manos, por las sienes y las rodillas! Nadie sabrá. Nadie. Ni él mismo. Una de tantos... Sólo un día... Todo perdió su sal, su vez...
(¡Ay, qué grandes debéis ser que así me lo entretenéis!)
A mí la nieve me quema siendo la nieve tan fría...
¿Que dentro? Salgo a la calle. ¿Que fuera? -No, ¿Que de día? -Yo salgo de noche. ¿Que de noche? Y mi alma se empina para darse contra el sol rotundo del mediodía.
Me gustaría daros, amantes en la orilla, el tronco de algún árbol donde pudierais todos grabar las iniciales. Un álamo o un pino, o un roble, o algún chopo, o la acacia de un parque meticuloso y frío que desdeñáis por este
La casa es como un pájaro prisionero en sí mismo, que no medirá nunca la longitud del trino. Encarcelada ella que no yo, pues la habito conociéndola, y pongo mi cuidado y mi tino en algo que no sabe ni sabrá de mi cuido.