Reprocho a las cosas que le entretienen, de Pilar Paz Pasamar | Poema

    Poema en español
    Reprocho a las cosas que le entretienen

    (¡Ay, qué grandes debéis ser 
    que así me lo entretenéis!) 

    Altas de talle y, bien plantadas. 
    y cien veces aborrecidas 
    cuando se espera de esta forma 
    desesperada y decidida. 
    ¿Con qué hebras tejéis los hilos 
    que me lo ensartan y desvían, 
    urdidoras de mi coraje 
    y robadoras en porfía? 
    ¿Por qué caminos o qué atajos, 
    agazapadas, repentinas, 
    le dais el alto, santo y seña, 
    paso le dáis para que os siga? 
    ¡Si yo no puedo en la distancia 
    ganar batallas ni partidas, 
    enfrentarme con vuestros aires, 
    regatearos con mi risa, 
    reclamaros con mi presencia 
    su. necesaria compañía! 

    (¡Ay, qué blancas debéis ser 
    que así me lo entretenéis!) 

    Cuando llegue, no habrá palabras, 
    razón que valga y que me asista, 
    vendrá cansado y solitario 
    con la frente desvanecida 
    y -a tres cuartas el corazón, 
    achicada y medio escondida- 
    yo iré quitándole de en medio 
    toda la carga de este día, 
    porque no note mi cansancio 
    ni se le acerque mi ceniza: 
    los desperdicios de mi sueño, 
    los retales de mi alegría, 
    las cortezas de aburrimiento 
    y el agua muda que se agria. 
    A nadie le dolerá el aire, 
    a nadie pasará este día... 
    ¡Y he de llevar el plomo oscuro 
    de su cuerpo mientras viva, 
    la memoria de aquellas horas 
    en las que todo enmudecía, 
    en las que todo fue silencio, 
    latir de alas oprimidas, 
    metal de espera por las manos, 
    por las sienes y las rodillas! 
    Nadie sabrá. Nadie. Ni él mismo. 
    Una de tantos... Sólo un día... 
    Todo perdió su sal, su vez... 

    (¡Ay, qué grandes debéis ser 
    que así me lo entretenéis!)