Amor y una pregunta, de Robert Frost | Poema

    Poema en español
    Amor y una pregunta

    Un extraño llegó hasta la puerta en el ocaso, 
    Y habló con el justo novio. 
    Llevaba una vara blanca y verde en la mano, 
    Que a su vez sostenía todas sus cargas. 
    Preguntó, más con los ojos que con los labios, 
    Si habría refugio para él durante la noche, 
    Y se volvió para mirar la distancia del camino, 
    Sin luces ni ventanas iluminadas. 

    El novio dio un paso y cruzó la puerta diciendo: 
    Miremos hacia el cielo, 
    Y preguntemos por la noche que vendrá, 
    Tú y yo, extraño compañero. 
    Las hojas de la vid cubrían el patio, 
    Los frutos de la vid eran azules, 
    Otoño, si, pero el invierno estaba en el viento; 
    Extraño, ojalá lo supiera. 

    Dentro, la novia yacía sola en el atardecer, 
    Inclinada sobre el fuego del placer, 
    Su rostro brillaba rojo frente al carbón, 
    Y rosa era el deseo y el pensamiento del corazón. 

    El novio observó el camino desgastado, 
    Sin embargo la vio a ella en el interior, 
    Y deseó su corazón en un cofre de oro, 
    Inmóvil con un alfiler de plata. 

    El novio pensó en un pequeño regalo, 
    Algo de pan, una bolsa para el descanso, 
    Una oración sincera por los pobres de Dios, 
    O para los ricos una humilde maldición. 

    Pero si aquel extraño fue consultado o no, 
    Sobre la muerte del amor de dos, 
    Por albergar la pena en la noche que vendrá, 
    El novio nunca lo supo, pero deseó saberlo. 

    • El primer tinte de la naturaleza es dorado, 
      Para mantener su verde más intenso. 
      Su hoja temprana va floreciendo 
      Y vive apenas una instante. 
      La hoja muere al caer, danzante, 
      Como se hundió el Edén muy a su pesar, 
      Así el alba día a día desciende, 

    • Cuando veo abedules oscilar a derecha 
      y a izquierda, ante una hilera de árboles más oscuros, 
      me complace pensar que un muchacho los mece. 
      Pero no es un muchacho quien los deja curvados, 
      sino las tempestades. A menudo hemos visto 

    • Un extraño llegó hasta la puerta en el ocaso, 
      Y habló con el justo novio. 
      Llevaba una vara blanca y verde en la mano, 
      Que a su vez sostenía todas sus cargas. 
      Preguntó, más con los ojos que con los labios, 
      Si habría refugio para él durante la noche,