Atalaya, de Sara de Ibáñez | Poema

    Poema en español
    Atalaya

    Sobre este muro frío me han dejado 
    con la sombra ceñida a la garganta 
    donde oprime sus brotes de tormenta 
    un canto vivo hasta quebrarse en ascuas. 
    Yo aquí mientras el sueño los despoja 
    y en sueños comen su mentida baya 
    para erguirse en las venas de la aurora 
    pábulo gris de su sonrisa vana; 
    yo aquí mientras los sabios inocentes 
    y los tranquilos de crujiente casa 
    durmiendo abajo, y aprendiendo el frío 
    de sus angostos mármoles descansan; 
    yo aquí volteado por el viento negro 
    que el olor de la noche desampara, 
    los cabellos fundidos en raíces 
    que van abriendo turbulentas lamas; 
    yo solo entre planetas condenados 
    que en busca de sus huesos se desmandan 
    —la edad del mundo en esta pobre sangre 
    que entre las quiebras de su historia clama– 
    yo aquí turbado por la paz bravía 
    que con sagaces témpanos me aplaca, 
    sintiendo entre las médulas ausentes 
    el duro frenesí de las espadas; 
    yo aquí velando, los desiertos ojos 
    quemado por el soplo de la nada, 
    las negras naves y los negros campos 
    vacíos de sus oros y sus lacras. 
    Yo aquí temblando en la vigilia ciega 
    rodeado por un sueño de cien alas, 
    vestido por mi llanto me arrodillo 
    mientras vuela mi sangre en nieve airada. 

    Sobre este muro frío me recobran. 
    Oigo el rumor de los medidos pasos. 
    Canta la noche en fuga por mi muerte, 
    y el alma sale de mi rostro blanco.