Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena de todos los pecados de un pueblo que te ama, ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena bajo el tedio incurable que mi labio derrama.
Pido a tu lecho el sueño sin sueños ni tormentos con que duermes después de tu engaño, extenuada, tras el telón ignoto de los remordimientos, tú que, más que los muertos, sabes lo que es la nada.
Porque el Vicio, royendo mi majestad innata, con su esterilidad como a ti me ha marcado; pero mientras tu seno sin compasión recata
un corazón que nada turba, yo huyo, deshecho, pálido, por el lúgubre sudario obsesionado, ¡con terror de morir cuando voy solo al lecho!
Poema en el idioma original
Angoisse
Je ne viens pas ce soir vaincre ton corps, ô bête En qui vont les péchés d’un peuple, ni creuser Dans tes cheveux impurs une triste tempête Sous l’incurable ennui que verse mon baiser:
Je demande à ton lit le lourd sommeil sans songes Planant sous les rideaux inconnus du remords, Et que tu peux goûter après tes noirs mensonges, Toi qui sur le néant en sais plus que les morts:
Car le Vice, rongeant ma native noblesse, M’a comme toi marqué de sa stérilité, Mais tandis que ton sein de pierre est habité
Par un coeur que la dent d’aucun crime ne blesse, Je fuis, pâle, défait, hanté par mon linceul, Ayant peur de mourir lorsque je couche seul.
Del azur sempiterno la ironía serena, cual la bella indolencia de las flores, abruma al poeta impotente que maldice su genio a través de un estéril desierto de Dolores.
La carne es triste, ¡ay!, y todo lo he leído. ¡Huir! ¡Huir! Presiento que en lo desconocido de espuma y cielo, ebrios los pájaros se alejan. Nada, ni los jardines que los ojos reflejan sujetará este pecho, náufrago en mar abierta
Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena de todos los pecados de un pueblo que te ama, ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena bajo el tedio incurable que mi labio derrama.