Carta de amor, de Sylvia Plath | Poema

    Poema en español
    Carta de amor

    No es fácil expresar lo que has cambiado. 
    Si ahora estoy viva entonces muerta he estado, 
    aunque, como una piedra, sin saberlo, 
    quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo. 
    No me moviste un ápice, tampoco 
    me dejaste hacia el cielo alzar los ojos 
    en paz, sin esperanza, por supuesto, 
    de asir los astros o el azul con ellos. 

    No fue eso. Dormí: una serpiente 
    como una roca entre las rocas hiende 
    el intervalo del invierno blanco, 
    cual mis vecinos, nunca disfrutando 
    del millón de mejillas cinceladas 
    que a cada instante para fundir se alzan 
    las mías de basalto. Como ángeles 
    que lloran por la gente tonta hacen 
    lágrimas que se congelan. Los muertos 
    tenían yelmos helados. No les creo. 

    Me dormí como un dedo curvo yace. 
    Lo primero que vi fue puro aire 
    y gotas que se alzaban de un rocío 
    límpidas como espíritus. y miro 
    densas y mudas piedras en tomo a mí, 
    sin comprender. Reluzco y me deshojo 
    como mica que a sí misma se escancie, 
    igual que un líquido entre patas de ave, 
    entre tallos de planta. Mas no pienses 
    que me engañaste, eras transparente. 

    Árbol y piedra nítidos, sin sombras. 
    Mi dedo, cual cristal de luz sonora. 
    Yo florecía como rama en marzo: 
    una pierna y un brazo y otro brazo. 
    De piedra a nube iba yo ascendiendo. 
    A una especie de dios ya me asemejo, 
    hiende el aire la veste de mi alma 
    cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.

    Sylvia Plath (Boston, 1932 - Londres, 1963). Escritora estadounidense especialmente conocida como poeta, aunque también es autora de obras en prosa, como la novela semiautobiográfica La campana de cristal (bajo el pseudónimo de Victoria Lucas), así como de relatos y ensayos. Junto con Anne Sexton, Plath es considerada una de las principales cultivadoras del género de la poesía confesional, iniciado por Robert Lowell y W. D. Snodgrass. Plath obtuvo una beca Fulbright que le dio la posibilidad de estudiar en la Universidad de Cambridge, donde continuó escribiendo poesía, y ocasionalmente publicaba su trabajo en el periódico universitario Varsity. Allí, en Cambridge, conoció al poeta inglés Ted Hughes, con quien se casó. Tras su muerte él se encargó de la edición de su poesía completa. 

    • La bondad corretea por mi casa. 
      La Señora Bondad, ¡qué simpática es! 
      Las joyas azules y rojas de sus anillos humean 
      por las ventanas; los espejos 
      se llenan de sonrisas. 

    • ¡Nunca me liberaré de esto! Ahora soy dos personas: 
      ésta, completamente blanca, y la antigua, amarilla, 
      y la blanca es, sin duda, la más importante. 
      No necesita alimentos, es, ciertamente, uno de los santos 

    • No quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago 
      de atigradas rayas y un rostro pintado, redondo 
      como la luna, que mire, quiero 
      estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo 
      entre minerales mudos, raíces. Véolos 
      ya: los pálidos, astralmente distantes rostros. 

    • Viuda. Palabra que se autoconsume: 
      cuerpo, hoja de periódico en el fuego, 
      por el aire un instante sostenida 
      sobre la geografía roja y cálida 
      que arrancará su corazón cual ojo. 

    • Floreal término. Cayó la fruta, 
      pudrióse o fue comida. Sólo boca 
      soy. En octubre, mes de almacenaje. 

      El cobertizo huele a tripa rancia 
      de momia: herramientas, colmillos, moho. 
      En casa estoy, entre cabezas muertas. 

    • El aire, remolino de ganchos: 
      preguntas sin respuesta, 
      relucientes, ebrias como moscas 
      cuyo beso punge insosteniblemente 
      en los úteros fétidos de aire negro bajo estivos pinares. 

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