Olmo, de Sylvia Plath | Poema

    Poema en español
    Olmo

    Conozco el fondo, dice ella. Lo conozco con mi gran raíz: 
    Es lo que tú temes. 
    Yo no le temo: he estado allí. 

    ¿Es el mar lo que oyes en mí, 
    sus insatisfacciones? 
    ¿O la voz de la nada, que fue tu demencia? 

    El amor es una sombra. 
    Cómo yaces y clamas por él. 
    Oye: esos son sus cascos: ha escapado, como un caballo. 

    toda la noche galoparé así, impetuosamente, 
    hasta que tu cabeza sea una piedra, tu almohada una pista, 
    que resuena y resuena. 

    ¿O te traeré acaso el sonido de venenos? 
    Y esto ahora es la lluvia, este gran mutismo. 
    Y este es su fruto: de un blanco de hojalata, como el arsénico. 

    He sufrido la atrocidad de los ocasos. 
    Chamuscados hasta la raíz 
    mis filamentos rojos arden y persisten, una mano de alambres. 

    Ahora me deshago en pedazos que vuelan como mazos. 
    Un viento de tal violencia 
    no tolera circunspectos: tengo que chillar. 

    La luna, también, es inmisericorde: me arrastrará 
    cruelmente, ya que es estéril. 
    Su resplandor me escuece. O tal vez la he cogido. 

    La dejo ir. La dejo ir 
    disminuida y chata, como después de una cirugía radical. 
    Cómo tus malos sueños me poseen y dotan. 

    Estoy habitada por un grito. 
    Cada noche alza el vuelo 
    buscando, con sus garfios, algo que amar. 

    Me aterroriza esta cosa oscura 
    que duerme en mí; 
    todo el día siento sus suaves y sedosos vuelcos, su malignidad. 

    Pasan nubes y se dispersan. 
    ¿Son esas las caras del amor, esos pálidos irrecuperables? 
    ¿Es por tales que agito mi corazón? 

    Soy incapaz de un mayor saber. 
    ¿Qué es esto, esta cara 
    tan asesina en su enmarañamiento de ramas? 

    Sus solapados ácidos besan 
    petrifica la voluntad. Son los errores lentos, aislados 
    que matan, que matan, que matan.

    Sylvia Plath (Boston, 1932 - Londres, 1963). Escritora estadounidense especialmente conocida como poeta, aunque también es autora de obras en prosa, como la novela semiautobiográfica La campana de cristal (bajo el pseudónimo de Victoria Lucas), así como de relatos y ensayos. Junto con Anne Sexton, Plath es considerada una de las principales cultivadoras del género de la poesía confesional, iniciado por Robert Lowell y W. D. Snodgrass. Plath obtuvo una beca Fulbright que le dio la posibilidad de estudiar en la Universidad de Cambridge, donde continuó escribiendo poesía, y ocasionalmente publicaba su trabajo en el periódico universitario Varsity. Allí, en Cambridge, conoció al poeta inglés Ted Hughes, con quien se casó. Tras su muerte él se encargó de la edición de su poesía completa. 

    • Conozco el fondo, dice ella. Lo conozco con mi gran raíz: 
      Es lo que tú temes. 
      Yo no le temo: he estado allí. 

      ¿Es el mar lo que oyes en mí, 
      sus insatisfacciones? 
      ¿O la voz de la nada, que fue tu demencia? 

    • La mujer se perfecciona. 
      Su cadáver 
      muestra la sonrisa del triunfo, 
      la ilusión de una Griega necesidad 
      flota en los pliegues de su toga, 
      sus desnudos 
      pies parecen decir: 
      hemos llegado muy lejos, se acabó. 

    • La mujer alcanzó la perfección. 
      Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de realización, 
      la apariencia de una necesidad griega 
      fluye por los pergaminos de su toga, 
      sus pies desnudos parecen decir, 
      hasta aquí hemos llegado, se acabó. 

    • Pequeñas amapolas, llamitas del infierno: 
      ¿no hacéis ningún daño? 

      Parpadeáis. Y no puedo tocaros. 
      Pongo las manos entre las llamas. Nada quema. 

      Y me agota miraros 
      parpadear así, rugosas, rojo claro, como la piel de una boca. 

    • Soy de plata y exacto. Sin prejuicios. 
      Y cuanto veo trago sin tardanza 
      tal y como es, intacto de amor u odio. 
      No soy cruel, solamente veraz: 
      ojo cuadrangular de un diosecillo. 
      En la pared opuesta paso el tiempo 

    • La bondad corretea por mi casa. 
      La Señora Bondad, ¡qué simpática es! 
      Las joyas azules y rojas de sus anillos humean 
      por las ventanas; los espejos 
      se llenan de sonrisas. 

    • No es fácil expresar lo que has cambiado. 
      Si ahora estoy viva entonces muerta he estado, 
      aunque, como una piedra, sin saberlo, 
      quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo. 
      No me moviste un ápice, tampoco 
      me dejaste hacia el cielo alzar los ojos