Pibroch, de Ted Hughes | Poema

    Poema en español
    Pibroch

    El mar aúlla con su voz vacía 
    tratando por igual vivos y muertos, 
    cansado de la bóveda celeste 
    después de innumerables noches faltas 
    de sueño, de objetivo, de autoengaño. 

    Como piedra. La piedra es prisionera 
    como ninguna cosa muerta o viva. 
    Universo de ovejas negras. Crece 
    consciente a veces de la mancha roja 
    del sol, soñando que es de Dios el feto. 

    Sobre la piedra el viento se apresura 
    y sabe penetrar en nada, como 
    la oreja de la piedra ciega misma, 
    que se da vuelta como si sintiese 
    su mente una explosión de direcciones. 

    Bebiendo el mar, la roca devorando, 
    el árbol lucha por abrirse en hojas: 
    una vieja caída del espacio 
    que desconoce nuestras circunstancias. 
    Sigue asiéndose, enteramente loca. 

    Minuto tras minuto, evo tras evo, 
    nada se frena ni se desarrolla. 
    Y no es tanteo ni frustrada prueba. 
    Aquí ojiabiertos ángeles penetran. 
    Aquí todos los astros se arrodillan. 

    • El mar aúlla con su voz vacía 
      tratando por igual vivos y muertos, 
      cansado de la bóveda celeste 
      después de innumerables noches faltas 
      de sueño, de objetivo, de autoengaño. 

    •    I 


      El señor Sartre medita sobre asuntos de actualidad 
       
           Encogido, en la enorme ala rota de su sombra, 
      recrea el mundo en el interior de su cráneo, como el espectro de una flor.