Comaruru, de Vicente Huidobro | Poema

    Poema en español
    Comaruru

    En la ruta de la Tiniebla 
    me encontré con un ice-berg 
    de dónde vienes. A dónde vas 
    voy buscando el puerto de mi palabra 
    estoy frío como el cadáver que se llevan en hombros 
    y enfría los hombros de los hombres a causa de sus lágrimas 
    redondas como el mundo 

    por el sendero de la Tiniebla 
    venía el ice-berg con una bandera adentro 
    y voces de otros astros petrificadas 
    ella cantaba debajo de sus pestañas 
    y hubo una quebrazón de vidrios al fondo de sus ojos 
    sin embargo las olas morían en la playa de sus párpados 
    y traían suspiros de cometa en la ruta de la Tiniebla 
    las olas traían un suspiro en cada bolsillo 
    el suspiro de la Tiniebla legendaria 
    el suspiro de la noche que amarra los planetas 
    cuando van a decir hasta luego con una voz tibia como un asiento 
    la voz ha de alejarse en su propio tranvía 
    y pasará más allá de la muerte 
    porque viene de antes de la vida 
    una voz milenaria compuesta adentro de sus olas 

    una voz que encontramos como la montaña 
    una voz más larga que la mirada del moribundo 
    y nadie sabe lo que significa ni a dónde va a parar 
    pero si crece adentro de nuestro pecho 
    también crece en la eternidad 

    adiós grita Tiniebla 
    y cae como un pulpo de azucenas 
    y no puede saberse si es una voz o un gemido 
    o una música de socorro o un grito pidiendo auxilio 
    sólo sabemos que la palabra 
    vino rasgando el espacio con sus tijeras 
    y cayó en este mundo atornillado a la noche 
    acaso no es palabra sino una semilla de locura 
    que soltó de sus manos un sembrador celeste 
    como yo mismo he soltado tantas veces 
    una paloma mensajera intraducible 
    o una rosa de luto 
    para después del crepúsculo 
    cuando el deber me llama 
    y tengo que desplegar las velas de la luna 

    debéis saber que nada es imposible 
    y que bien puede ser la palabra de un muerto 
    la voz del jefe de la tribu humana 
    o el canto de un pájaro agorero en las selvas de otro astro 

    decid al cadáver que se aleje con la muerte al hombro 
    decid a la muerte que esconda sus cadáveres 
    así iréis muriendo con la boca abierta 
    esperando con la boca abierta la palabra que cae del cielo 
    la palabra que viene cayendo para que la descifréis 
    con el sentido oculto debajo de una piedra 
    y el ritmo de la sangre de un poeta remoto 

    yo también construiré un castillo de voces 
    ay del que rompa el encanto del laberinto 
    y olvide mi futuro luminoso 
    semejante a la desgracia del último acto 
    –Paz a los muertos de buena voluntad 

    mi porvenir me está esperando sentado en el horizonte 
    –Gloria a los ladrones del cielo 
    mi porvenir se triza y salen llamaradas 
    se asustan los hombres de la ciudad 
    –Gloria a los ladrones del cielo 
    ahora los aviones aparecen en el momento del destino 
    cuando los cadáveres hacen silencio 
    ellos oyen la voz de la Tiniebla y del Destino 
    para decir cosas grandes hay que morir primero 
    yo veo el cadáver que se lleva los dedos a los labios 
    veo mi doble que se rapta mujeres y se pierde en la noche 
    mi doble que estalla en aerolitos y se enciende al roce de la atmósfera 
    mi doble que se aleja de repente 
    cuando el cielo sonríe por casualidad 

    mi porvenir me está esperando sentado en el horizonte 
    y allí está la selva de palabras que no supe decir 
    la selva intraducible por el camino de la Tiniebla 
    la selva. Voy a unirme a la selva 
    voy a unirme a mis palabras 
    y entonces me perderé de vista a vuestros ojos 
    nadie sabrá de mí 
    yo estaré adentro de mis palabras 
    y el nacimiento de un grito que va haciendo olas 
    y no tiene límites porque vosotros no conocéis sus límites 
    ni el nombre de la estrella que se irá inflando con mi voz 

    Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948), es considerado, junto a Neruda, de Rokha y Mistal, uno de los cuatro grandes de la poesía chilena. Inició el movimiento artístico llamado "Creacionismo", que pretendía hacer de la poesía un instrumento de creación absoluta donde el mundo de los objetos sería secundario, creando un mundo referencial de la propia poesía.