I
es así como somos
y como nos paseamos hoy sobre la tierra
precedidos por los ruidos de nuestros antepasados
y seguidos por el dolor de nuestros hijos
aferrados a nuestra edad y cantando cuando las rocas
lloran la muerte de un velero que han preferido sin
razón alguna
o tal vez porque lo vieron jugar en su infancia
o porque era hermoso todo lleno de viento viniendo
del país del viento
no tenemos miedo cuando el viento arranca las
palabras de nuestra garganta
no tenemos miedo de las ballenas ni de todos esos
monstruos que tienen más envergadura que una
campanada
no tenemos miedo de inclinarnos sobre vuestras
canciones de las cuales pueden saltar un géyser
amenazador y el vértigo infinito de las brumas
no tenemos miedo del más allá que se agita como un
mudo el más allá que va a saltar sobre nuestra razón
y de ese frío lúcido que vela sobre la constelación
de nuestras inquietudes
más absurdo que el muerto que han enterrado con la
mitad de una carta en el cerebro
con una palabra fabulosa en medio de la lengua
con un gran rostro entre dos hilos
de lágrimas al fondo de sus ojos
esos ojos que se convertirán en tiernos guijarros sobre
los caminos del más allá
todo esto es útil para la formación de la superficie
para el interés del fuego impaciente en el fondo
de su antro
y debemos señalar su trabajo y elogiar su ley
es tarde en todos los rincones del mundo
es tarde y el tarde va a hundirse en el mar
sin soltar el timón del horizonte
porque él es el jefe único él guarda el secreto
él puede levantar el brazo y desatar de la muerte el
cadáver reciente
ahora que tú tiemblas como el mar
el horizonte va a hundirse para siempre
ahora que la selva se pasa al enemigo
lánzate sobre el mar
separando las olas como el cadáver separa la eternidad
hombre tú ves que el mar se amalgama y tienes miedo
tú bien podrías saltar por encima de la conflagración
de mentiras unánimes
invade el terreno sideral sin vacilar
invade los países del loco que te desprecia y te mira
con la parte inferior de su alma
proclama tu importancia a la tribu sometida que
empieza a aparecer en el fondo del cielo
II
la tierra está en fiebre a causa de los cantos seculares
de los pájaros
es el despertar inútil de la tribu iluminándose a cada
paso
el mar lava sus olas sus olas que deben suavizar el
mundo
y esparcir sus caricias hasta la extinción de la comarca
es probable que vayan a pulir el cielo como la proa de
un gran navío
tal vez envejezcan antes que los árboles obsesionados
por fantasmas después de medianoche
los árboles sin suerte los árboles perdidos como el
abuelo que trata de salir de nuestra profundidad
y hacer gestos de ausencia en el vacío
he aquí el acontecimiento abrupto después de la
perdición
he ahí la habitual desdicha del que no puede detener
los ríos
y debe llorar sus muertes como las montañas
en vano él quisiera cerrar el mar
mañana las espumas emitirán un pensamiento nuevo
harán coronas brillantes para mi corazón capaz de
rodar como vuestros mejores veleros
la catástrofe memorable huye sin esperar el resultado
se hunde a velas desplegadas en las aguas antiguas
sin siquiera mirar al rey a la deriva que ha olvidado
las maniobras de excepción
he visto como nadie surgir bajo mis pies la abierta
soledad
y he sentido en mis ojos el sobresalto estelar
el tal vez idéntico a los parajes desconocidos
la lejanía sin solución
el sitio de la altura en donde alguien ha dejado la
huella de sus pies
la punta extrema del árbol en donde empieza el infinito
y el mar a lo lejos como el terror de la noche
silencio os suplico silencio
hay un sueño que pasa entre los hombres
hay un sueño en marcha entre los hombres y los
presagios
tenemos sed de un sitio sin inquietud y sin cálculo
en donde el demonio de la tempestad tendrá los ojos
marchitos y los cabellos cortados
silencio te suplico
mira pasar la nave hipnotizada de mi alma
arrastrando una larga barba de agua
mira esa estrella en el fondo del cielo
esa estrella que se aleja con todos sus marineros
III
es preciso arrojar los números y seguirlos con
nuestros ojos
verlos tomar su puesto buscar la elevación injusta del
humo
o bien caer al fondo de la memoria
te digo que no hay que dejarse enrollar por el viento
que es necesario llamar a la puerta del torbellino
nunca debes huir al acercamiento del horror
ni de la simple novia que canta la alegría de
sus arterias
ningún abismo debe perturbar el reír de tus dientes
heroicos
ningún aliento debe empañar el metal de tu alma
ni remecer tus edificios internos
quiero verlos brillar siempre con el mismo fósforo del
tiempo
encima del ala viril inmovilizada a causa de su blancura
no esperes ese encuentro prometido en los profundos
terciopelos eternos
es preciso cubrir el naufragio bajo un edredón de lana
es preciso saludar los oráculos del mar
encadenar el paraíso bajo el fuego de nuestra voz
devolver nuestro corazón a su tienda
no queremos reparticiones gratuitas antes de la vida
es preciso tapar el naufragio con un corcho cualquiera
olvidar el vuelo de las manos desesperadas
no hay circunstancias atenuantes para el cielo
yo no quiero resbalar sobre las nubes ni caer en trampas
tendidas por el enemigo que no se nombra
que la muerte desesperada aúlle y que lance su
simiente
que tambalee entre las piedras de sus abismos
que divida los hombres
que divida los hombres digo en rangos de sombra y
de luz
la insinuación del misterio
la alternativa de dos orillas a escoger
tampoco así me verás temblar
he aquí el polo sin fin he aquí el mar
he aquí el naufragio bajo una tapa de metal
el naufragio es el plato del cielo
no me verás temblar
ni aun al ras de la medianoche definitiva
de esa virginal medianoche de todo hombre que nos
espera a la orilla de nosotros mismos
de esa última medianoche que recae a veces con la
quilla en el aire
no me verás temblar
muy al contrario meceré las sombras en torno mío
prepararé yo mismo el viento que deba empujarme
el gran viento solitario que quiere abrazar el destino
tras de la postrera roca en donde se aferra la última
sirena fatigada bajo el peso de sus cabellos sonoros
he aquí la roca sombría o primer semáforo del infinito
irresistible sólo semejante a los ojos del vértigo
he aquí erguida la roca tenebrosa como la estatua del
destino
más allá está la zona sin frente ni cuerpo
la zona amarga como el viento después del rayo
la zona vacía en donde una pluma planea desde el
principio del mundo
en donde todo se sepulta y se disuelve en el espesor
de un manto irrisorio que cubre a los mendigos
cósmicos
los mendigos en agonía milenaria que se arrastran
atados por la ley de las alucinaciones buscando una
evidencia