Cuando por fin se encuentran dos almas, que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes, surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas, una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo. Esa unión es amor, amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir, amor que es una religión, que deifica al ser amado cuya vida emana del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios más grandes son los gozos más dulces.
Cuando por fin se encuentran dos almas, que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes,
Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.
Quienquiera que fueres, óyeme: si con ávidas miradas nunca tú a la luz del véspero has seguido las pisadas, el andar süave y rítmico de una celeste visión;
Él decía a su amada: Si pudiéramos ir los dos juntos, el alma rebosante de fe, con fulgores extraños en el fiel corazón, ebrios de éxtasis dulces y de melancolía,
A la orilla del mar yo estaba solo; era una noche espléndida de estrellas; bajo el límpido cielo ni una nube, sobre la mar dormida ni una vela. Mis ojos insaciables traspasaban de ese horizonte vago las barreras, y todo el universo, el monte, el valle,
Cuando el soplo de abril abre las flores, buscan las golondrinas de la vieja torre las agrestes ruinas; los pardos ruiseñores buscando van, bien mío, el bosque más sombrío, para esconder a todos su morada en los frondosos ramos.
Las sombras descendían, los pájaros callaban, la luna desplegaba su nacarado olán. La noche era de oro, los astros nos miraban y el viento nos traía la esencia del galán.