Estaba despeinada y con los pies desnudos al borde del estanque y en medio del juncal... Creí ver una ninfa, y con acento dulce: '¿quieres venir al bosque?', le pregunté al pasar.
Lanzóme la mirada suprema que fulgura en la beldad vencida que cede a la pasión; y yo le dije: 'Vamos; es la época en que se ama: ¿quieres seguirme al fondo del naranjal en flor?'
Secó las plantas húmedas en el mullido césped, fijó en mí las pupilas por la segunda vez, y luego la traviesa quedóse pensativa... ¡Qué canto el de las aves en el momento aquel!
¡Con qué ternura la onda besaba la ribera! De súbito la joven se dirigió hacia mí, rïendo con malicia por entre los cabellos flotantes y esparcidos sobre la faz gentil.
Cuando por fin se encuentran dos almas, que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío, cuando advierten que son parejas, que se comprenden y corresponden, en una palabra, que son semejantes,
Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.
Quienquiera que fueres, óyeme: si con ávidas miradas nunca tú a la luz del véspero has seguido las pisadas, el andar süave y rítmico de una celeste visión;
Él decía a su amada: Si pudiéramos ir los dos juntos, el alma rebosante de fe, con fulgores extraños en el fiel corazón, ebrios de éxtasis dulces y de melancolía,
A la orilla del mar yo estaba solo; era una noche espléndida de estrellas; bajo el límpido cielo ni una nube, sobre la mar dormida ni una vela. Mis ojos insaciables traspasaban de ese horizonte vago las barreras, y todo el universo, el monte, el valle,
Cuando el soplo de abril abre las flores, buscan las golondrinas de la vieja torre las agrestes ruinas; los pardos ruiseñores buscando van, bien mío, el bosque más sombrío, para esconder a todos su morada en los frondosos ramos.
Las sombras descendían, los pájaros callaban, la luna desplegaba su nacarado olán. La noche era de oro, los astros nos miraban y el viento nos traía la esencia del galán.