Me celebro y me canto a mí mismo, de Walt Whitman | Poema

    Poema en español
    Me celebro y me canto a mí mismo

    Me celebro y me canto a mí mismo. 
    Y lo que yo asuma tú también habrás de asumir, 
    pues cada átomo mío es también tuyo. 
    Vago al azar e invito a vagar a mi alma. 

    Vago y me tumbo sobre la tierra, 
    para contemplar un tallo de hierba. 

    Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire. 
    Nacido aquí de padres cuyos padres nacieron aquí y 
    cuyos padres también aquí nacieron. 
    A los treinta y siete años de edad, gozando de perfecta salud, 
    comienzo y espero no detenerme hasta morir. 

    Que se callen los credos y las escuelas, 
    que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y 
    sin olvidarlo nunca. 
    Me brindo al bien y al mal, me permito hablar hasta correr peligro. 
    Naturaleza sin freno, original energía. 

    Walt Whitman (West Hills, 1819 - Candem, 1892) fue uno de los más importantes poetas estadounidenses, pilar fundamental de toda la lírica contemporánea. De orígenes humildes, se formó en buena medida de manera autodidacta y comenzó a trabajar muy pronto en imprentas, periódicos y pequeñas escuelas. En 1855, insospechadamente, puso patas arriba tanto su obra literaria previa (cuentos y poemas cortados con la medida tradicional inglesa) como la poesía de su tiempo y la futura gracias a la publicación de Hojas de hierba: un poemario breve, autopublicado y en su primera edición casi anónimo (un nombre escondido en la página de créditos), escrito con un lenguaje audaz, directo y natural, que reflejaba, por fin, la nueva sociedad del Nuevo Mundo, sus gentes, sus calles, sus vidas, así como esa fuerza divina y natural que alienta por igual todo lo vivo. A lo largo de los años, desde 1855 hasta su muerte en 1892, mientras trabajaba en diversos empleos administrativos previos a su retiro a causa de una severa y creciente parálisis, Whitman llegó a publicar una decena de ediciones distintas del libro que dieron lugar a un crecimiento orgánico de la obra, en correspondencia con el devenir vital de su autor: la experiencia brutal de la Guerra de Secesión, los cambios políticos y económicos de su país, la transformación de la experiencia urbana, el retorno maduro a una naturaleza siempre presente desde la infancia, la crudeza de la enfermedad, la avalancha apremiante del fin.