Tú eras árbol y brisa; trino y ave;
presencia viva y sentimiento alado.
Yo te sentí latir en mi costado
alerta realidad y sueño ingrave.
La sangre restañó tu mano suave
del ciego corazón enajenado,
y lo que fue tu signo enamorado
¡Paso al dolor! No ese dolor ambiguo,
de la amada, la flor, y el viento blando,
sino el dolor con que yo me santiguo,
mis ¡cómos! y ¡porqués!, desorbitado.
Este dolor que mis huesos taladra,
perfecto, triangular, Dios en cadena,
rabioso can que enfurecido ladra
al mentido fantasma de la pena.
Dolor de sangre para el mundo encinta;
no el que pintados ojo y labio alcanza
y en su cubil ignora la pantera.
El del dogal, el de la negra cinta,
torvo de fe y amargo de esperanza,
¡sin bergantín para la mar ligera!
Tú eras árbol y brisa; trino y ave;
presencia viva y sentimiento alado.
Yo te sentí latir en mi costado
alerta realidad y sueño ingrave.
La sangre restañó tu mano suave
del ciego corazón enajenado,
y lo que fue tu signo enamorado
Traumatismo de amor con gasa y venda,
esparadrapo y algodón, y yodo.
Quien haya amado y sepa, que comprenda...
Yo no puedo decirlo de otro modo.
Como era ciego y le cerré mi tienda
y llovía, al caer, cayó en el lodo;
le salpicó de sangre la contienda
¡Paso al dolor! No ese dolor ambiguo,
de la amada, la flor, y el viento blando,
sino el dolor con que yo me santiguo,
mis ¡cómos! y ¡porqués!, desorbitado.
Este dolor que mis huesos taladra,
perfecto, triangular, Dios en cadena,
¡Vendo estrellas al peso! Linda cosa.
Pero te costará poco dinero.
Música, sueño y beso y lira y rosa,
y un buen “stock” de luna y de lucero!
¿Cómo? ¿Diez? ¡Qué más da! No está en el precio
la razón de la venta, y mucho o poco,
Yo no escucho lo que dicen
las lenguas de vecindonas
porque de sobra yo sé
por quien está su persona.
Cinco luceros azules
alumbran cinco farolas
desde su casa a mi casa
desde su boca a su boca
Cinco añitos que le quiero