Tú eras árbol y brisa; trino y ave; presencia viva y sentimiento alado. Yo te sentí latir en mi costado alerta realidad y sueño ingrave. La sangre restañó tu mano suave del ciego corazón enajenado, y lo que fue tu signo enamorado huella en el viento, mi recuerdo sabe. Tangible, sangre y cal, presencia viva, yo sé que existes, y mi mano toca tu realidad. para mi afán cautiva. Nada tu olvido a mi sentido esconde; pero el amor –silencio, flecha loca, trino o dolor-, ¿adónde se fue, adónde?
¡Paso al dolor! No ese dolor ambiguo, de la amada, la flor, y el viento blando, sino el dolor con que yo me santiguo, mis ¡cómos! y ¡porqués!, desorbitado. Este dolor que mis huesos taladra, perfecto, triangular, Dios en cadena,
Tú eras árbol y brisa; trino y ave; presencia viva y sentimiento alado. Yo te sentí latir en mi costado alerta realidad y sueño ingrave. La sangre restañó tu mano suave del ciego corazón enajenado, y lo que fue tu signo enamorado
¡Vendo estrellas al peso! Linda cosa. Pero te costará poco dinero. Música, sueño y beso y lira y rosa, y un buen “stock” de luna y de lucero! ¿Cómo? ¿Diez? ¡Qué más da! No está en el precio la razón de la venta, y mucho o poco,
Traumatismo de amor con gasa y venda, esparadrapo y algodón, y yodo. Quien haya amado y sepa, que comprenda... Yo no puedo decirlo de otro modo. Como era ciego y le cerré mi tienda y llovía, al caer, cayó en el lodo; le salpicó de sangre la contienda
Yo no escucho lo que dicen las lenguas de vecindonas porque de sobra yo sé por quien está su persona. Cinco luceros azules alumbran cinco farolas desde su casa a mi casa desde su boca a su boca Cinco añitos que le quiero