Parábola de uno mismo, de Alberto Cortez | Poema

    Poema en español
    Parábola de uno mismo

    Uno va subiendo la vida 
    de a cuatro los primeros escalones, 
    tiene todas las luces encendidas 
    y el corazón repleto de ilusiones. 

    Uno va quemando energías, 
    es joven, tiene fe y está seguro. 
    Soltándole la rienda a su osadía, 
    llegará sin retrasos el futuro. 

    Y uno sube, sube, sube, 
    flotando como un globo en el espacio, 
    los humos los confunde con las nubes, 
    subestimando a todos los de abajo. 

    Y uno sigue, sigue, sigue 
    sumando vanaglorias y ambiciones; 
    no sabe en realidad lo que persigue 
    y va de distorsión en distorsiones. 

    Uno es un montón de etiquetas, 
    es un escaparate, un decorado, 
    un simple personaje de opereta, 
    un fruto de consumo consumado. 

    Uno es una simple herramienta 
    que tiran cuando ya caen en desuso; 
    uno lo sabe pero no escarmienta, 
    sigue aferrado a la ilusión que puso. 

    Y uno piensa, piensa, piensa 
    que siempre seguirá en el candelero, 
    que nunca ha de vaciarse su despensa, 
    que queda mucha tinta en el tintero. 

    Y uno sigue, sigue, sigue 
    cautivo de su imagen, caminando. 
    El ego desbordado no concibe 
    que muchos otros vengan empujando. 

    Y uno va teniendo evidencias, 
    ya no recibe flores ni palmadas: 
    rechaza que empezó su decadencia, 
    que va por la escalera de bajada. 

    Uno alza su voz de protesta, 
    suplica por seguir estando a bordo 
    y duda, cuando nadie le contesta 
    si ha quedado mudo o si son sordos. 

    Y uno baja, baja, baja, 
    no quiere, por orgullo, lamentarse 
    que ya no es quien baraja la baraja 
    ni se ha guardado un as para jugarse. 

    Y uno baja, baja, baja, 
    desciende lentamente hacia el olvido; 
    hay algo en su balance que no encaja, 
    lo que ha querido ser y que no ha sido. 

    Uno queda solo en la mesa 
    migando su pasado amargamente, 
    le cuesta confesar que ha sido presa 
    de un canto de sirenas permanente. 

    Y uno es una isla desierta, 
    un médano en el mar, un espejismo 
    empieza por abrir todas las puertas 
    y termina a solas con sí mismo.