La cita, de Alfonso Canales | Poema

    Poema en español
    La cita

    Amor, amor, amor, la savia suelta, 
    el potro desbocado, amor, al campo, 
    la calle, el cielo, las ventanas libres, 
    las puertas libres, los océanos hondos 
    y los escaparates que ofrecen cuando hay 
    que ofrecer al deseo de los vivos. 
    De los vivos, amor, de los que olvidan 
    que un día no habrá puertas ni ventanas, 
    ni potro ni raudales de la hermosura 
    para estos, estos ojos, estos ojos 
    donde habrá que engastar unas monedas 
    -y otra bajo la lengua-, por si acaso 
    al barquero le sirven o al que busque 
    sueños de ayer, de hoy, bajo la tierra. 
    Bajo la tierra, amor, trufas, estatuas, 
    oro, cántaros, dioses 
    apagados, amor, tesoros, premios 
    de la ansiedad. 

    Amor, dame la mano, 
    no te conozco, amor, no importa, dame 
    la mano, amor, no la conozco, nunca 
    importa demasiado conocerse. 
    Abre los ojos, no, no puedo, abre 
    la boca, ¿dónde está tu risa, dónde 
    se duerme tu palabra? Amor, no tengo 
    más risa, más palabra: Amor. 

    Te doy a cambio lo que esperas. 
    ¿Tú lo sabes, tú sabes lo que espero? 
    Amor, ¿tú tienes lo que espero? 
    Es amor, amor y el mundo 
    como está, como es, con estas vías 
    abiertas con las cosas 
    que con amor se hacen, con la gracia 
    de hacer las cosas con amor, con tiempo 
    para formarlas con amor, con fuerzas, 
    aguas de amor para apagar el miedo. 

    • Hermoso es morir joven 
      y dejar el recuerdo de la piel no tocada 
      por agravios del tiempo: 
      pero lo es más haber vivido mucho 
      y haber hecho que el cuerpo se fatigue 
      de amor y de labor. Es muy hermoso 
      incorporarse al coro con voz nueva, 

    • Amor, amor, amor, la savia suelta, 
      el potro desbocado, amor, al campo, 
      la calle, el cielo, las ventanas libres, 
      las puertas libres, los océanos hondos 
      y los escaparates que ofrecen cuando hay 
      que ofrecer al deseo de los vivos. 

    • Todo buen poema de amor es prosa.
      T. S. Eliot 

       
      Porque estás ahí delante -siempre delante, eso sí-, 
      pero confieso humildemente que no puedo encerrarte en un cauce. 
      No sé cómo poner música a la música, 
      como dar olor al jazmín, 

    • Entrada ya la noche, 
      empapado el desmonte por la lluvia reciente, 
      trepábamos por él, y el mismo ramo 
      vencido de mimosas nos despeinaba. Luego, 
      siempre, en silencio, hacíamos 
      en el repecho un alto, y te miraba, 
      enamorada cómplice, mientras tomaba aliento