Amor, amor, amor, la savia suelta, 
el potro desbocado, amor, al campo, 
la calle, el cielo, las ventanas libres, 
las puertas libres, los océanos hondos 
y los escaparates que ofrecen cuando hay 
que ofrecer al deseo de los vivos. 
De los vivos, amor, de los que olvidan 
que un día no habrá puertas ni ventanas, 
ni potro ni raudales de la hermosura 
para estos, estos ojos, estos ojos 
donde habrá que engastar unas monedas 
-y otra bajo la lengua-, por si acaso 
al barquero le sirven o al que busque 
sueños de ayer, de hoy, bajo la tierra. 
Bajo la tierra, amor, trufas, estatuas, 
oro, cántaros, dioses 
apagados, amor, tesoros, premios 
de la ansiedad. 
Amor, dame la mano, 
no te conozco, amor, no importa, dame 
la mano, amor, no la conozco, nunca 
importa demasiado conocerse. 
Abre los ojos, no, no puedo, abre 
la boca, ¿dónde está tu risa, dónde 
se duerme tu palabra? Amor, no tengo 
más risa, más palabra: Amor. 
Te doy a cambio lo que esperas. 
¿Tú lo sabes, tú sabes lo que espero? 
Amor, ¿tú tienes lo que espero? 
Es amor, amor y el mundo 
como está, como es, con estas vías 
abiertas con las cosas 
que con amor se hacen, con la gracia 
de hacer las cosas con amor, con tiempo 
para formarlas con amor, con fuerzas, 
aguas de amor para apagar el miedo.