La cárcel, de Ángela Figuera Aymerich | Poema

    Poema en español
    La cárcel

    Nací en la cárcel, hijos. Soy un preso de siempre. 
    Mi padre ya fue un preso. Y el padre de mi padre. 
    Y mi madre alumbraba, uno tras otro, presos, 
    como una perra perros. Es la ley, según dicen. 

    Un día me vi libre. Con mis ojos anclados 
    en el mágico asombro de las cosas cercanas, 
    no veía los muros ni las largas cadenas 
    que a través de los siglos me alcanzaban la carne. 

    Mis pies iban ligeros. Pisaban hierba verde. 
    Y era un tonto y reía 
    porque en los duros bancos de la escuela 
    podía pellizcar a los vecinos, 
    jugar a cara o cruz y cazar moscas, 
    mientras cuatro por siete eran veintiocho 
    y era Madrid la capital de España 
    y Cristo vino al mundo por salvarnos. 

    Sí. Entonces me vi libre. Las manos me crecían 
    inocentes y tiernas como pan recién hecho, 
    pues no sabían nada del hierro y la madera 
    soldados a sus palmas 
    cuando el sudor profuso 
    igual que un vino aguado 
    apenas nos ablanda la fatiga. 

    Hoy los muros me crecen más altos que la frente, 
    más altos que el deseo, más altos que el empuje 
    del corazón. Arrastro 
    unas secas raíces que me enredan las piernas 
    cuando voy, como un péndulo de trayecto inmutable, 
    desde el sueño al cansancio, del cansancio hasta el sueño. 

    SOY un preso de siempre para siempre. Es el orden.