¡Mi triste corazón babea a popa, mi corazón que colma el caporal y me vierten en él chorros de sopa, mi triste corazón babea a popa: con las bromas sangrientas de la tropa que brama un carcajeo general, mi triste corazón babea a popa, mi corazón que colma el caporal!
Itiofálicos y soldadinescos sus chistes sangrientos lo han depravado; y de noche componen unos frescos itiofálicos y soldadinescos. ¡Oleajes abracadabrantescos llevadme el corazón, que sea lavado! Itiofálicos y soldadinescos sus chistes sangrientos lo han depravado.
Cuando se agoten sus chimós gargálicos ¿cómo vivir, oh corazón robado? llegarán con sus estribillos báquicos; cuando se agoten sus chimós gargálicos sentiré sobresaltos estomáquicos, yo, el del corazón despedazado. Cuando se agoten sus chimós gargálicos ¿cómo vivir, oh corazón robado?
Es un surco de verdura donde canta un río prendiendo entre risas jirones de plata por las yerbas; donde el sol alumbra desde la altiva montaña: es una vaguada que hierve de fulgor.
Mientras que los gargajos rojos de la metralla silban surcando el cielo azul, día tras día, y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe se hunden batallones que el fuego incendia en masa;
En las aguas profundas que acunan las estrellas, blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio, flota tan lentamente, recostada en sus velos... cuando tocan a muerte en el bosque lejano.
Lejos de rebaños, pájaros, aldeanas, bebía en cuclillas al lado del brezo, rodeado de tiernos bosques de avellano en la verde niebla tibia de una tarde.
Como de un ataúd verde, en hoja de lata, con pelo engominado, moreno, y con carencias muy mal disimuladas, de una añosa bañera emerge, lento y burdo, un rostro de mujer.
Me iba, con los puños en mis bolsillos rotos… mi chaleco también se volvía ideal, andando, al cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel! ¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!
Señor, cuando los prados están fríos y cuando en las aldeas abatidas el ángelus lentísimo acallado, sobre el campo desnudo de sus flores haz que caigan del cielo, tan queridos, los cuervos deliciosos.