Una pereza gris de mayorales
se dobla vulgarmente en las esquinas.
Abren su boca negra y pegajosa
los almacenes y las fiambrerías.
Enfrente, en un portal, un viejecito
mesa sus barbas blancas y judías,
junto a cuatro paquetes de cigarros
y un par de números de lotería.
Fachadas de ladrillos,
cercos de cinacina...
Es hermoso, de noche,
ver huir, calle abajo, los tranvías,
con un polvo de estrellas en las ruedas
y en la punta del trole una estrellita.