Serenidad, seamos siempre buenos
amigos. Caminemos reposada-
mente. La frente siempre sosegada
y siempre sosegada el alma. Menos
mal que bebí de tus venenos,
inquietud, y no me supiste a nada.
El aire se serena, remansada
música suena de acordes serenos.
No moverán la hoja sostenida
con mis dedos, a contra firmamento
en medio del camino de mi vida.
Vísteme de hermosura el pensamiento,
serenidad, perennemente unida
al árbol de mi vida a contra viento.
Blas de Otero (1916-1979) nació en Bilbao y se educó en Valladolid y en Madrid, donde estudió Filosofía y Letras. Su poesía evolucionó desde una honda espiritualidad atormentada, como se refleja en Cántico espiritual (1942), hacia una creciente preocupación existencial y política, patente en libros como Ángel fieramente humano (1950) o Redoble de conciencia (1951), dos obras que se fundieron luego, con otros poemas, en Ancia (1958). En 1951 ingresó en el Partido Comunista. Pido la paz y la palabra (1975) es el libro más emblemático de su última etapa, caracterizada por la poesía social y de denuncia.