Discurso de Eva, de Carilda Oliver Labra | Poema

    Poema en español
    Discurso de Eva

    Hoy te saludo brutalmente: 
    como un golpe de tos 
    o una patada. 
    ¿Dónde te metes, 
    a dónde huyes con tu caja loca 
    de corazones, 
    con el reguero de pólvora que tienes? 
    ¿Dónde vives: 
    en la fosa en que caen todos los sueños 
    o en esa telaraña donde cuelgan 
    los huérfanos de padre? 

    Te extraño, 
    ¿sabes? 
    como a mí misma 
    o a los milagros que no pasan. 
    Te extraño, 
    ¿sabes? 
    Quisiera persuadirte no sé de qué alegría, 
    de qué cosa imprudente. 

    ¿Cuándo vas a venir? 
    Tengo una prisa por jugar a nada, 
    por decirte 'mi vida' 
    y que los truenos nos humillen 
    y las naranjas palidezcan en tu mano. 
    Tengo unas ganas de mirarte al fondo 
    y hallar velos 
    y humo, 
    que, al fin, parece de llama. 

    De verdad que te quiero, 
    pero inocentemente, 
    como la bruja clara donde pienso. 
    De verdad que no te quiero, 
    pero inocentemente, 
    como el ángel embaucado que soy. 
    Te quiero, no te quiero. 
    Sortearemos estas palabras 
    y una que triunfe será la mentirosa. 

    Amor... 
    (¿Qué digo? estoy equivocada, 
    aquí quise poner que ya te odio.) 
    ¿Por qué no vienes? 
    ¿Cómo es posible 
    que me dejes pasar sin compromiso con el futuro? 
    ¿Cómo es posible que seas austral 
    y paranoico 
    y renuncies a mí? 

    Estarás leyendo los periódicos 
    o cruzando 
    por la muerte 
    y la vida. 
    Estarás con tus problemas de acústica y de ingle, 
    inerte, 
    desgraciado, 
    entreteniéndote en una aspiración del luto. 
    Y yo que te deshielo, 
    que te insulto, 
    que te traigo un jacinto desplomado; 
    yo que te apruebo la melancolía; 
    yo que te convoco 
    a las sales del cielo, 
    yo que te zurzo: 
    ¿qué? 
    ¿Cuándo vas a matarme a salivazos, 
    héroe? 
    ¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia? 
    ¿Cuándo? 
    ¿Cuándo vas a llamarme pajarito 
    y puta? 
    ¿Cuándo vas a maldecirme? 
    ¿Cuándo? 
    Mira que pasa el tiempo, 
    el tiempo, 
    el tiempo, 
    y ya no se me aparecen ni los duendes, 
    y ya no entiendo los paraguas, 
    y cada vez soy más sincera, 
    augusta... 
    Si te demoras, 
    si se te hace un nudo y no me encuentras, 
    vas a quedarte ciego; 
    si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota, 
    voy a llamarme nunca. 

    Ayer soñé que mientras nos besábamos 
    había sonado un tiro 
    y que ninguno de los dos soltamos la esperanza. 
    éste es un amor 
    de nadie; 
    lo encontramos perdido, 
    náufrago, 
    en la calle. 
    Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo. 
    Por eso, cuando nos mordemos, 
    de noche, 
    tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola. 
    Pero no importa, 
    bésame, 
    otra vez y otra vez 
    para encontrarme. 
    Ajústate a mi cintura, 
    vuelve; 
    sé mi animal, 
    muéveme. 
    Destilaré la vida que me sobra, 
    los niños condenados. 
    Dormiremos como homicidas que se salvan 
    atados por una flor incomparable. 
    Y a la mañana siguiente cuando cante el gallo 
    seremos la naturaleza 
    y me pareceré a tus hijos en la cama. 

    Vuelve, vuelve. 
    Atraviésame a rayos. 
    Hazme otra vez una llave turca. 
    Pondremos el tocadiscos para siempre. 
    ven con tu nuca de infiel, 
    con tu pedrada. 
    Júrame que no estoy muerta. 
    Te prometo, amor mío, la manzana.