Hueles de una manera diferente. Amar es una forma de olor. El cuerpo impone su presencia de aroma que subleva esa selva, ese bosque que somos. No te veo. No llego a tu contacto. Llegan flores raras, deshechas, invisibles. Certidumbre de ti en medio de la noche.
Un salvaje rosal es tu olor. Una paloma es, y su vuelo recorre hasta mí el aire. Una profunda cabellera esparcida en el borde de mi memoria.
Tu enredado aroma entre mis dedos algo tuyo esconde. Hasta mi llegas cada día hecha olor enmarañado de azucenas y áloes.
Trasminas existencias. Te declaras realidad amorosa que responde a mi busca. Llamada que su contestación en mi recoge.
Rastro exhalado, huella reconocible, evanescente torre de olorosa verdad. Humano aroma de mujer junto al hombre.
Amar es una forma de olor. Llegas fragante. Llego. Nos acoge la onda que huele a vida enamorada, a claveles que en dos bocas se rompen.
Hueles de una manera diferente. Amar es una forma de olor. El cuerpo impone su presencia de aroma que subleva esa selva, ese bosque que somos. No te veo. No llego a tu contacto. Llegan flores raras, deshechas, invisibles.
Verdad que la mujer tiene siempre deseos ¡Oh rito infranqueable la mujer tiene brazos! Con frecuencia la miro deseando comprenderla cuando zumba el ataúd diurno del amor.
Eres ventana / niña / o sólo rosaleda ¡eres! y juegas en los arenales del tálamo con añicos de júbilo / desnuda y transparente en el crepúsculo dejando adrede tus joyas en el anaquel Ya no danzas más encendiendo tus brazos
Amo a una mujer de larga cabellera como en un lago me hundo en su rostro suave en su vientre mi frente boga con lentitud palpo muerdo acaricio volúmenes sedosos Registro cavidades me esponjo de su zumo mujer pantano mío araña tenebrosa
Estoy en la miseria Dios mío qué te importa Ya mi casa es un dulce terraplén de locura Un vuelo de lechuzas un río con el fondo lacrados en mi semblante... ¡Dios mío que te importa! Mi casa es un relincho de muerto monocromo