Cada pitillo una carta
y cada carta un amor
y cada amor una herida.
Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.
Cuando han prendido la llama
tus ojos levantan vuelo
a hacer noche en otra tierra,
ciegos a quien los reclama
y a su celo,
corazón de fuego y guerra
que conquista y nunca ama.
No hay reposo ni guarida
para tu breve fulgor,
incierta hoguera aterida.
Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.