Más que solo que un huerto seco y agotado 
puesto sobre la tierra 
para uso y abuso. 
Abatido como un ex-boxeador que vende 
periódicos en la esquina 
deshecho en lágrimas como 
una corista que se ha hecho vieja 
y recibe su último cheque. 
Un pañuelo vendrá bien su señoría, 
vuestra merced, 
hoy los mirlos está alborotados 
como las uñas encarnadas 
en una noche 
en la celda... 
vino gemido vino, 
los mirlos corretean y 
revolotean 
repitiendo 
melodías y castañuelas españolas, 
y cualquier parte no está en 
ninguna parte... 
es un sueño peor que 
las tortitas o una rueda pinchada: 
por qué continuamos 
con la cabeza y 
los bolsillos llenos de 
polvo 
como un niño malo que acaban de expulsar 
del colegio... 
dígamelo 
usted que fue un héroe en alguna 
revolución 
usted que enseña a los niños 
usted que bebe con calma 
usted que posee grandes casas 
y pasea por jardines 
usted que ha matado a un hombre y posee una 
bella esposa 
dígamelo usted 
por qué ardo como un 
viejo vertedero 
seco 
podríamos mantener una correspondencia 
interesante, 
tendríamos ocupado al cartero 
y las mariposas y las hormigas y los puentes y 
los cementerios 
las estructuras de cohetes y los perros y los mecánicos de coches 
continuarían 
un poco más 
hasta que nos quedásemos sin sellos 
y/o ideas. 
No se avergüence de 
nada supongo que Dios pensó en todo 
incluso 
en las cerraduras 
de las puertas.
Charles Bukowski nació en Adernach, (1920-1994). Vivió en su infancia y adolescencia en un entorno familiar y social violento, hecho que marcaría el devenir de su posterior producción literaria. Pieza capital de la que se vino en llamar generación beat, su vida fue tan radical como las historias narradas en sus propias obras. Adicto al sexo, las drogas y el alcohol, su literatura, casi autobiográfica, es fiel reflejo de su lucha contra el aburguesamiento y la comodidad. Su realismo descarnado y lírico y su humor ácido y desencantado han influido en multitud de escritores de generaciones posteriores.