En tu día nupcial, te vi encendida
por un repentino rubor,
aunque era un cielo para ti la vida,
y el mundo, en tu presencia, amor.
Un resplandor en tu mirada había,
(¿por qué se avivó?)
Fue cuando mi alma dolorosa
gozó en el mundo, de glorioso encanto.
“Sólo un pudor de virgen es origen
de tal rubor”, pudo decirse ante él.
Pero ¡ay! reanimó el fuego más vivo
en el pecho de aquél.
Que te miró de novia, cuando quiso
mostrar aquel rubor,
aunque tu mundo fuese paraíso,
y alrededor, la vida, amor.
I saw thee on thy bridal day—
when a burning blush came o’er thee,
though happiness around thee lay,
the world all love before thee:
And in thine eye a kindling light
(Whatever it might be)
was all on Earth my aching sight
of Loveliness could see.
That blush, perhaps, was maiden shame—
as such it well may pass—
though its glow hath raised a fiercer flame
in the breast of him, alas!
Who saw thee on that bridal day,
when that deep blush would come o’er thee,
though happiness around thee lay,
the world all love before thee.
Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) está considerado como el padre del relato detectivesco moderno y el gran transformador de la narrativa fantástica y de terror, que gracias a sus cuentos pasó de la atmósfera gótica de finales del siglo XVIII a la profundidad psicológica que se le atribuye al género en su edad moderna. Poeta, ensayista, crítico, periodista y narrador superdotado, Poe es conocido universalmente por un conjunto de textos —poemas como El cuervo, su única novela La narración de Arthur Gordon Pym y sus relatos sobrenaturales y de misterio— que supusieron la puerta de entrada de la literatura occidental tanto al simbolismo y el surrealismo como al género pulp. Los dominios de Arnheim es uno de los textos más singulares, a la vez que poco leídos, de este maestro del relato fantástico norteamericano.