Porque tu gracia es pura,
creo en tu gracia, flor;
y en la tuya, celeste criatura
de amor.
Creo en tu fortaleza,
árbol potente,
y creo en tu belleza
¡oh, Madona doliente!
y en la suave tristeza
que te nimba la frente.
Hombre, yo creo en tu honradez
y en el duro trabajo de tu mano
y en tu mente que crea
día tras día por el bien humano
con el resplandor vivo de la idea.
También creo en ti, gusano.
Creo en la estrella
como creo en el lodo,
porque todo destella,
porque todo ilumina
a su modo.
Y porque creo en su doctrina
creo en Dios ante todo.
creo en el agua cristalina
y en la alta roca enhiesta;
y en la mañana campesina
y en la noche de fiesta
galante.
Creo en la espina
y creo en el diamante.
creo en ti, serpiente de ponzoña llena,
en ti, maléfica sirena
sensual;
y en ti, abeja de néctar borracha;
y en ti, pobre muchacha
sentimental.
Abismo, creo en ti.
Mar, en ti creo.
Y en ti, dolor que abundas;
y en ti, risa que todo lo fecundas.
Aire, aunque ni te palpo ni te veo
creo en ti, pies me circundas,
creo en ti, pues te deseo.
Zarzal, yo creo en ti.
Y en ti, soleado
fruto maduro.
Y en ti, pasado,
y en ti futuro,
y en ti, volcán hirviente;
y en ti, playa de Oriente
que nunca vi.
solamente…
¡Ah, solamente
no creo en mí!