Una noche soñé que un pulpo me quería. ¡Oh la indecible angustia de aquella aberración! Nunca he sufrido tanto; cuando amaneció el día dijérase que había perdido la razón.
Porque tu gracia es pura, creo en tu gracia, flor; y en la tuya, celeste criatura de amor. Creo en tu fortaleza, árbol potente, y creo en tu belleza ¡oh, Madona doliente! y en la suave tristeza que te nimba la frente.
¡Saludad a la risa que pasa! ¡Respetad a la jocunda masa que tiene por bandera un cascabel! La vida es vieja y fea; necesita una gasa que ciña alegremente su cabellera rasa, como una triunfante corona de laurel.
La noche trae mi esperanza rodando sobre la arena. ¡Mejilla de estrella virgen, garganta de luna llena! La noche trae mi esperanza con la ropa medio puesta, ¡espalda de nardo fresco, vientre en flor de primavera! Ola, un puñado de sal