El pulpo, de Elisabeth Mulder | Poema

    Poema en español
    El pulpo

    Una noche soñé que un pulpo me quería. 
    ¡Oh la indecible angustia de aquella aberración! 
    Nunca he sufrido tanto; cuando amaneció el día 
    dijérase que había perdido la razón. 

    ¿Alguien ha visto un pulpo acercársele quedo, 
    asqueroso y lascivo, monstruoso y feroz? 
    Por vez primera supe qué es ser presa del miedo, 
    qué es hundirse en la sima de una demencia atroz. 

    Él caminaba siempre, y yo huía, yo huía; 
    sus tentáculos eran como una maldición 
    caída del infierno sobre la carne mía 
    que crispaba el espanto de la alucinación. 

    ¡Qué terror! Se me helaban los gritos en la boca. 
    ¡Qué terror! No acertaba ni auxilio a demandar. 
    Y él avanzaba siempre, y yo, como una loca, 
    ni siquiera sabía hacia dónde escapar. 

    Un tentáculo horrible sobre mí iba a caer 
    como una helada mano blancuzca y amarilla, 
    cuando al fin dando un grito que sacudió mi ser 
    desperté sollozando de aquella pesadilla 

    que me hizo conocer el infierno del pánico, 
    el dolor de lo innoble, el terror de lo infecto 
    encarnado en lo inmundo de aquel pulpo satánico, 
    tenebroso y maldito, misterioso y abyecto. 

    Si en mis ojos a veces un terror pavoroso 
    refleja la impotencia de un grito silencioso, 
    si parece que miro una horrenda visión, 
    si a veces en mis labios hay un temblor de agonía, 
    es desde que soñé que un pulpo me quería. 
    ¿Cómo olvidar la angustia de aquella aberración?