Iremos por la vida como dos pajarillos que van en pos de rubias espigas, y hablaremos de sutiles encantos y de goces supremos con ingenuas palabras y diálogos sencillos.
Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta que atisba tras la verde y oscura celosía, y aplaudiremos ambos la célica armonía del amigo sinsonte que es músico y poeta.
Daremos a las nubes que circundan los flancos de las altas montañas nuestro saludo atento, y veremos cuál corren al impulso del viento como un tropel medroso de corderillos blancos.
Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores, de misteriosos cantos y de voces extrañas; y veremos cuál tejen las pacientes arañas sus telas impalpables con los siete colores.
Iremos por la vida confundidos en ella, sin nada que conturbe la silenciosa calma, y el alma de las cosas será nuestra propia alma, y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.
Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído sepa escuchar las voces de los desconocido, se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.
Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje.
Te engañas, no has vivido... No basta que tus ojos se abran como dos fuentes de piedad, que tus manos se posen sobre todos los dolores humanos ni que tus plantas crucen por todos los abrojos.
Y pienso que la vida se me va con huida inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso en mis horas lejanas, y me asalta un inmenso afán de ser el de antes y desandar la vida.
Iremos por la vida como dos pajarillos que van en pos de rubias espigas, y hablaremos de sutiles encantos y de goces supremos con ingenuas palabras y diálogos sencillos.