Canto XLV. ​​​​​​​Con usura, de Ezra Pound | Poema

    Poema en español
    Canto XLV. ​​​​​​​Con usura

    Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra 
    con bien cortados bloques y dispuestos 
    de modo que el diseño lo cobije, 
    con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia 
    harpes et lutz (arpas y laúdes) 
    o lugar donde la virgen reciba el mensaje 
    y su halo se proyecte por la grieta, 
    con usura 
    no se ve el hombre Gonzaga, 
    ni a su gente ni a sus concubinas 
    no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa 
    sino para venderlo y pronto 
    con usura, 
    pecado contra la naturaleza, 
    es tu pan para siempre harapiento, 
    seco como papel, sin trigo de montaña, 
    sin la fuerte harina. 
    Con usura se hincha la línea 
    con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos) 
    y nadie encuentra un lugar para su casa. 
    El picapedrero es apartado de la piedra 
    el tejedor es apartado del telar 
    con usura 
    no llega lana al mercado 
    no vale nada la oveja con usura. 
    Usura es un parásito 
    mella la aguja en manos de la doncella 
    y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo 
    no vino por usura 
    duccio no vino por usura 
    ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini 
    ni se pintó “La Calunnia” 
    no vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis, 
    no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit. 
    No por usura St. Trophime 
    no por usura St. Hilaire. 
    Usura oxida el cincel 
    oxida la obra y al artesano 
    corroe el hilo en el telar 
    nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño; 
    y el azur tiene una llaga con usura; 
    se queda sin bordar la tela. 
    No encuentra el esmeralda un Memling 
    usura mata al niño en el útero 
    no deja que el joven corteje 
    ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace 
    entre la joven novia y su marido 
    contra naturam 
    ellos trajeron putas a Eleusis 
    sientan cadáveres a su banquete 
    por mandato de usura.

    Ernesto Cardenal