Los convidados de las últimas fiestas, de Felipe Benítez Reyes | Poema

    Poema en español
    Los convidados de las últimas fiestas

    Porque hemos descreído 
    de todo por principios 
    está bien no hacer nada, 
    salir sólo de noche 
    y apurar una copa 
    cuando cierran los sitios. 
    Está bien que la vida 
    nos convierta en sus cómplices 
    y que la vida misma 
    se encargue de aburrirnos, 
    traídos y llevados 
    por las malas pasiones. 
    Pero la Noche maga 
    está ya conspirando 
    para hacernos beber 
    su copa de veneno 
    y habrá que acostumbrarse 
    a vivir destronado. 
    Vendrán los jovencitos 
    a quitarnos el cetro, 
    y yo ya te estoy viendo, 
    removiendo tu vaso, 
    decirles que a la vida 
    hay que ponerle precio. 
    El precio que pusimos 
    a la nuestra, que fue 
    fingir no sentir mucho 
    el fracaso o la gloria, 
    el amor o el engaño; 
    esas cosas, ya ves, 
    que ahora se rebelan 
    contra nuestra memoria 
    pidiéndole las cuentas 
    del tiempo que se fue. 

    Porque el tiempo, ese lobo, 
    murió entre nuestros brazos 
    -y entre copas y rubias, 
    entre versos y bares- 
    sin saber si teníamos 
    un destino más alto. 
    Nos queda poco tiempo 
    para alcanzar la fama, 
    para crear leyendas 
    y atontar a las niñas 
    con frases misteriosas 
    y gestos de canalla. 
    Esta fiesta se acaba. 
    La luz viene muy fría. 
    ¿No ves al enemigo? 
    Volvámonos a casa: 
    nos guiñan ya las gordas 
    y los viejos maricas. 

    No es el nuestro este mundo. 
    El nuestro lo indendiamos 
    una noche de fiesta 
    bailando con borrachas 
    y prometiendo a todas 
    un vestido de raso. 
    Pero eso se acabó. 
    Nos presentó batalla 
    el tiempo, que es furtivo. 
    Sólo nos queda, Carlos, 
    recordar viejos triunfos 
    y asearnos el alma. 

    La pasión será un fuego 
    hace ya tiempo extinto, 
    y el tiempo sólo un método 
    feliz con el que herirnos,