El dibujo en el agua, de Felipe Benítez Reyes | Poema

La luna era ese párpado cerrado 
que flotaba en el circo de la nada 
-y el niño retenía la mirada 
su hipnótico vagar de astro cegado. 
La noche es un jardín narcotizado 
con esencias de alquimia y sombra helada 
-y tu infancia una estrella disecada 

La mano que reposa en la mano de amante, 
jugando con la joya de algún aniversario. 

Los tacones rojos de una puta vestida de rojo 
por el pasillo de un hotel de alfombras rojas. 

1 

Bien sabes que estos años pasarán, 
que todo acabará en literatura: 
la imagen de las noches, la leyenda 
de la triunfante juventud y las ciudades 
vividas como cuerpos. 
            Que estos años 
pasarán ya lo sabes, pues son tuyos 

Porque hemos descreído 
de todo por principios 
está bien no hacer nada, 
salir sólo de noche 
y apurar una copa 
cuando cierran los sitios. 
Está bien que la vida 
nos convierta en sus cómplices 
y que la vida misma 
se encargue de aburrirnos, 

Si alguna vez sufres -y lo harás- 
por alguien que te amó y que te abandona, 
no le guardes rencor ni le perdones: 
deforma su memoria el rencoroso 
y en amor el perdón es sólo una palabra 
que no se aviene nunca a un sentimiento. 
Soporta tu dolor en soledad, 

Lo que el tiempo se lleve 
que sea tanto 
como aquello que el tiempo nos dio, 
regalo inmerecido, 
dejando la memoria en la inocencia 
de la vida cumplida, porque nada 
hiere más y más hondo que el recuerdo: 
mientras dure una noche en la memoria,